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Evitar el contacto visual es uno de los signos que alertan de guardas un gran resentimiento hacia tu pareja. FOTO: fotograma de Cariño, cuanto te odio.

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No estás enfadado, en realidad no soportas a tu pareja: cómo distinguirlo y gestionarlo

Sentir que no soportas a tu pareja no siempre es el fin de la relación. Te contamos por qué ocurre, cómo identificar las señales y qué puedes hacer para mejorar la convivencia.

Por Marcos López

19 DE MAYO DE 2025 / 17:00

Tu jornada laboral llega a su fin y es el momento de disfrutar de la tranquilidad de tu hogar. De la felicidad con tu pareja. Aunque de un tiempo a esta parte las cosas no marchan demasiado bien. Hay una tensión excesiva en el ambiente. Tu casa se ha llenado de gritos, de discusiones que, más pronto que tarde, sueles empezar tú. De hecho, sientes como si tuvieras que evitarle a toda costa. La razón es que no soportas a tu pareja.

Pero, no te preocupes. Le ocurre a todo el mundo. Terry Real, terapeuta especializado en parejas y autor, entre otros libros de éxito, de The New Rules of Marriage: What You Need to Know to Make Love Work (Ed. Random House), explica que «no sólo es normal sentir odio hacia tu pareja en las relaciones románticas a largo plazo. También es bueno si sabes cómo canalizar toda esa energía».

Te contamos las señales ocultas que alertan de que, más que un enfado, no soportas a tu pareja.

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Le abroncas por todo sin razón

Ya te has enfadado antes con tu pareja. Muchas veces. Como ocurre en todas las relaciones. Sabiendo que la reconciliación estaba a la vuelta de la esquina. Pero algo ha cambiado. Parece como si todo lo que hiciera fuera motivo de reproche. Le abroncas por todo. Algo que se explica por que, en realidad, no le aguantas. Lo que es más que patente para todo el mundo menos para ti. Por lo que lo niegas de forma vehemente. Incluso puede que no dejes de elogiarle ante los demás. Como si pensar en esta posible, y más que real, aversión, te causara dolor. Pero te estás autoengañando sobre tus propios sentimientos. Así se acerca otra vez y ya estás afilando las garras.

No le hablas ni le miras

Pero pasada la tormenta, llega la calma. Demasiada. Castigas a tu pareja con tu silencio. No porque ya no quieras discutir, sino simplemente porque no quieres hablar con él. Por mucho que trate de entablar una conversación. Y como no ceje en su empeño, volverás a saltarle a la yugular. Además, no es sólo que le niegues tu voz. Tampoco le miras. En vuestros inicios solíais pasar largos ratos embelesados mirándoos a los ojos, pero ahora te causa repulsión.

Priorizas a tus amigos (y a tu trabajo) sobre tu pareja

Si no tienes nada que decirle y su mera presencia ya te resulta desagradable, ¿cómo no vas a evitar su compañía? Es cierto que prolongas tus jornadas laborales porque tienes mucho trabajo, pero en realidad es para escapar de él. Y no dejas pasar ninguna oportunidad en la que quedar con tus amigos. Por mucho que quiera celebrar contigo su nuevo triunfo. Da igual. Sus éxitos, que como antaño tanto deberían alegrarte, te revuelven el estómago.

No le concedes ni un respiro

Da igual si tiene o no algo que festejar. No quieres hacer nada con él. Menos aún por él. Se acerca su cumpleaños y es normal que espere tu regalo. Lo que no va a pasar. Y tampoco vas a agraciarlo con ese favor al que en otro momento te hubieras lanzado sin rechistar. Pero también es verdad que aún hay cosas que tenéis que hacer juntos. Como dormir en la misma cama. O ver vuestra serie favorita. Lo que conviertes en una lucha a muerte por la almohada. O por el mando del televisor. Unas batallas que aunque no dejen de ser minucias revelan que ves a tu pareja como un competidor. Como un enemigo.

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No está todo perdido

En definitiva, tu pareja te saca de quicio. Lo que no quiere decir, ni mucho menos, que tu relación esté acabada. Como destaca Dena Domenicali-Rochelle, psicoterapeuta especializada en relaciones, «hay ocasiones en que podemos amar y no soportar a nuestra pareja al mismo tiempo. Puede resultar confuso, pero en última instancia es totalmente normal, a la par que bueno, tener más de un sentimiento simultáneo hacia la pareja. Que no es sino una persona compleja, por lo que tus sentimientos hacia ella también lo son».

Así que tienes que ser paciente. Como concluye Terry Real, «el día que te gires en la cama, veas a tu pareja y te preguntes si esa es la persona de la que te enamoraste, ese será el primer día de tu verdadera relación».

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