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Mirar el móvil de tu pareja puede traer grandes consecuencias para tu relación y para ti./ Foto: Getty.
SALUD MENTAL
No sólo denota una falta de confianza en la pareja y un problema de seguridad en uno mismo. Más allá de la ética, espiar el móvil también puede tener consecuencias legales.
Por María Corisco
20 de enero de 2024 / 09:00
Tu pareja está en la ducha. De pronto, se enciende una notificación en su móvil. ¿Quién será a estas horas? Últimamente hace cosas raras y tienes miedo de que cometa, aunque sea, una microinfidelidad, su comportamiento no es el de siempre… La tentación está ahí, ¿serás capaz de resistirla o te dejarás llevar y echarás un vistazo rápido a sus mensajes?
La llegada del móvil ha sido un detonante para el descubrimiento de infidelidades y secretos. Una encuesta llevada a cabo por Illicit Encounters, una aplicación de parejas especializada en conectar a personas casadas que buscan una aventura extramatrimonial, ha revelado que tres de cada cinco infieles son descubiertos debido a pruebas halladas en sus teléfonos.
Así, el 24% de las mujeres se dio cuenta de que su pareja les engañaba cuando saltó en la pantalla un mensaje de la tercera el discordia; un 18% descubrió el engaño por consultar el historial de navegación, y un 13% por revisar el historial de llamadas…
Pero, más allá de que el móvil pueda servir para sacar a la luz una infidelidad o una mentira, detrás del acto de espiar la intimidad del otro hay mucho mar de fondo. “Cada pareja tiene sus códigos y romperlos va a tener consecuencias”, explica la psicóloga Esther Cantos. Señala que, entre las razones que llevan a espiar el teléfono de la pareja, las más frecuentes son, además del miedo a una infidelidad, “la inseguridad y la necesidad de control”.
El acto de espiar “indica una falta de confianza en la pareja. La confianza es fundamental para una relación saludable, y la falta de ella puede erosionar la base misma de la conexión emocional”, señala la experta, que detalla otras implicaciones de dicho acto:
En este sentido, un estudio, publicado en la American Psychological Association, revela que casi dos tercios de los participantes reconocieron haber espiado los móviles de sus parejas (sobre todo, cuando éstas se encontraban en la ducha).
Los motivos principales para ello fueron la “curiosidad» y la «sospecha» de que la pareja estaba siendo infiel, y factores como ser mujer, estar celosa y haber sido previamente engañada se asociaron con una mayor frecuencia de comportamiento de espionaje.
Ahora bien, como señalan los autores, “los datos obtenidos sugieren que la decisión de espiar debe considerarse con gran cautela, ya que casi el doble de relaciones empeoró (28%) más que mejoraron (18%) como resultado del espionaje”.
En esta misma línea, una encuesta llevada a cabo por la tecnológica WhistleOut señala que, tras un comportamiento de espionaje del móvil, el 38% de las parejas se pelearon o se separaron. Aun así, según esta investigación, el 48% de las mujeres y el 31% de los hombres piensan que cotillear el teléfono del otro está bien.
Pero, además, espiar el móvil de otra persona puede tener implicaciones más allá de la ética o de la salud de la relación:
Puede ser un delito
Según el artículo 197.1 del Código Penal, comete un delito quien “para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales, intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación”.
Así lo corrobora también la Agencia Española de Protección de Datos, que advierte de que si accedemos a la cuenta de correo o al móvil de otra persona sin su consentimiento “podemos cometer uno o varios delitos”.
Puede ser un signo de violencia digital
Es un tema que preocupa especialmente entre los jóvenes. Según el Barómetro Juventud y Género, el 21,8% de las chicas y el 15,4% de los chicos dicen haber sufrido el que sus parejas espíen sus móviles. La psicóloga Esther Cantos advierte de que “es preocupante que muchos jóvenes consideren normal este tipo de comportamientos, e incluso que lleguen a considerarlo una prueba de amor. Es algo que nunca debe banalizarse”.
“En una relación sana, es esencial fomentar la confianza, la comunicación abierta y el respeto mutuo. Si existen preocupaciones o desconfianzas, es mejor abordarlas a través del diálogo en lugar de recurrir a prácticas invasivas que pueden dañar irreparablemente la relación”, concluye la experta.
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