Por qué hay personas infieles que nunca se sienten culpables: hay una explicación científica

Creías que ibais a estar juntos para siempre, pero vuestra relación se ha hecho añicos. Tu pareja te ha engañado. De hecho, es muy probable que no sea la primera vez. Y por mucho dolor que te haya causado no hay ni un atisbo de arrepentimiento por su parte. Como si su traición, la lleve o no en los genes, no tuviera ni la más mínima importancia. Como si no hubiera cometido un acto reprochable y desleal por el que sentirse culpable. Lo que, además de tu dolor, acrecienta tu ira. Pues bien, en la mente de la persona infiel hay una razón científica que explicar su ausencia de culpabilidad.

Como explica Aisha Ejoumale, psicóloga clínica, lo más normal es que «aunque no hayan confesado su aventura, los miembros de una pareja que cometen una infidelidad se sientan culpables y acaben expresando esa culpabilidad a través de cambios sutiles en su comportamiento». Pero no siempre sucede así. Hay personas que experimentan una desconexión moral en relación al hecho de mantenerse fieles a sus cónyuges. O, dicho de otro modo, no conciben que su engaño sea malo ni bueno.

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La moralidad universal

Las normas que definen si un acto es moral o inmoral pueden variar, y mucho, entre distintas culturas. Pero también parece que existe una moralidad universal con la que nace todo ser humano. Investigadores de la Universidad de Osaka evaluaron cómo respondía un grupo de bebés de tan sólo ocho meses de edad ante la visión de una acción antisocial llevada a cabo por una tercera persona. Y lo que observaron es que, cometido el acto reprochable, todos los participantes expresaban su desaprobación hacia el autor. No, lógicamente y dada su corta edad, con palabras. Pero sí aumentando las miradas selectivas que dirigían al perpetrador.

La traición de cualquier compromiso acordado entre personas adultas, como es cometer una infidelidad sin el consentimiento de la pareja, podría englobarse dentro de los actos inmorales universales. No en vano, se trata de una acción que puede causar un inmenso dolor a la víctima del engaño. Pero para que haya arrepentimiento, remordimiento o sentimiento de culpa el cónyuge infiel tiene que saber que lo que hace está mal, lo que no siempre es así. Y, sorprendentemente, resulta mucho más frecuente de lo que se cree.

El porqué de los engaños y la moral a la carta

Como revela un estudio de la Universidad de Maryland, las principales razones por las que un cónyuge comete una infidelidad son la ira o la falta de amor hacia su pareja, asociadas por lo general a aventuras de mayor duración. También sentirse estresado, lo que da lugar a más aventuras esporádicas y más cortas. Qi Zhai-McCartney, psicoterapeuta y coach de relaciones de parejas, apunta que «las personas que cometen una infidelidad no están necesariamente buscando otra pareja, sino algo que han perdido dentro de sí mismas o en la dinámica de su relación».

Pero aún hay más. Según un estudio de la Universidad de Innsbruck hay otro motivo común: la desconexión moral, que hace que una persona sea más proclive no solo a ser infiel a su pareja, sino también a pensar que está siendo engañado. En realidad, esta desconexión o desvinculación moral no se limita a la fidelidad hacia el cónyuge. Se extiende a muchos ámbitos de la vida. Básicamente, consiste en una relajación de las normas morales para los actos propios. Por ejemplo, y por lo que atañe a la pareja, el perpetrador del engaño consideraría que, al contrario de las de larga duración, una aventura de una noche es completamente permisible. Es como una moral a la carta solo aplicable a su propia persona. Para el resto de la población sería un acto inadmisible.

Nunca te sientas culpable

En definitiva, no puede esperarse que una persona que recurre a la desconexión moral para autojustificar su infidelidad pueda sentirse culpable. Aunque en realidad sepa que está mal, pues le parece totalmente reprochable si es otra persona quien se comporta así.

Un apunte importante: igual que hace tu pareja infiel, tampoco tienes que sentirte culpable. Lo que ocurre muchas veces tras un engaño es que la víctima asume que ella también es responsable –de modo más o menos determinante– de la traición. Que su actitud ha empujado a su cónyuge a cometer un grave error. Pero ser infiel no es una equivocación, sino una decisión. Como concluye Qi Zhai-McCartney, «las personas que engañan a sus parejas no están buscando otra persona, están tratando de ser otra persona». Y con una moral tan laxa, puede que no sea la más conveniente para ti.