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MEETAS emociones básicas del ser humano

La alegría es una de las cinco MEETAS o emociones básicas del ser humano. FOTO: Getty Images.

MENTE

Qué son las METAAS y cómo utilizarlas: aprende a reconocer en ti las seis emociones básicas del ser humano

Miedo, enfado, tristeza, alegría, asco y sorpresa. Son seis emociones básicas a las que debes prestar atención, pues tienen una función adaptativa y te brindan información valiosa sobre tus necesidades.

Por María Corisco

04 DE DICIEMBRE DE 2024 / 17:28

Es habitual tender a clasificar las emociones en positivas y negativas. La alegría y la esperanza son buenas; la tristeza y el enfado, malas. Pero, en realidad, el mundo emocional no está poblado por héroes y villanos. “Absolutamente todas las emociones son válidas y necesarias, y requieren ser escuchadas y comprendidas y gestionadas adecuadamente”, asegura la coach Sonia Díaz Rois, experta en gestión de la ira y autora de Y si me enfado, ¿qué?

Así pues, todas las emociones, incluso las que resultan incómodas –como el miedo, la tristeza o la ira– tienen una función adaptativa y te ofrecen información valiosa sobre nuestras necesidades, deseos o límites. Clasificarlas como negativas puede llevarte a verlas como indeseables o a evitar sentirlas, cuando en realidad son señales importantes de tu estado emocional y de las circunstancias que te rodean.

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Pero uno de los problemas, apunta la experta, es que “a menudo vamos con nuestra mochilita a cuestas. Nos distraemos con las prisas, con las obligaciones y con el exterior, y solemos tirar balones fuera, culpando y responsabilizando a los demás, esperando que sean ellos los que hagan algo para aliviar nuestra carga emocional”.

Para evitar culpar y malinterpretar, tanto al exterior como a lo que tú sientes, “es importante prestar atención al mensaje que nos aportan las emociones y aprender a descifrarlo adecuadamente para comprender su utilidad. Su principal intención es cuidar de nosotros, además de ofrecernos información sobre nosotros mismos y permitir que nos adaptemos adecuadamente a nuestro entorno”.

METAAS: las cinco emociones básicas

La propuesta de Díaz Rois pasa por empezar a conocer las emociones básicas: El miedo (M), el enfado (E), la tristeza (T), el asco (A), la alegría (A) y la sorpresa (S).

  • Miedo. El miedo es un aviso, una advertencia para que te pares a mirar si cuentas con los recursos suficientes para abordar una situación. “Lo que quiere el miedo es cuidar de ti para que te prepares bien y no te hagas daño; quiere que te vaya bien en la vida y que tengas muchos éxitos. Lo que ocurre es que no le prestamos atención de verdad y, por eso, muchas veces nos bloqueamos en lugar de darle las gracias por el aviso”. Se trata, por tanto, de “dejar de ver el miedo como un fastidio que te bloquea o te paraliza, porque lo que quiere realmente es ayudarte». Cuando lo reconozcas, no dirijas tus pensamientos únicamente hacia lo catastrófico, hacia lo cenizo, a no ser capaz”. Porque el miedo no te dice que no eres capaz, sólo te dice que tengas cuidado.
  • Enfado. Tampoco es una emoción negativa, sino absolutamente adaptativa. “El enfado pretende que seas capaz de expresar aquello con lo que no estás de acuerdo y también te ayuda a poner límites”, dice Díaz Rois. Te ayuda a movilizarte para enfrentar problemas, defenderte cuando es necesario y corregir situaciones que percibes como amenazantes. “El enfado no es el enemigo; su falta de gestión, sí”.
  • Tristeza. Aparece cuando hemos perdido algo valioso o importante para nosotros y nos prepara para superar esa pérdida. Hay casos evidentes, como la pérdida de un ser querido o una ruptura de pareja. “Pero, además, la tristeza también abarca la pérdida de cosas, sueños, ilusiones, etapas de la vida”. Puede doler, pero ayuda a procesar y aceptar eventos dolorosos, promoviendo la reflexión y la adaptación a nuevas circunstancias.
  • Asco. El asco nos genera rechazo. Puede que sea un olor extraño, algo que no te entre por la vista o cuyo tacto te resulte de lo más desagradable. “La intención del asco en estos casos es protegerte, por ejemplo para evitar que comas algo en mal estado. Pero no solo sentimos asco con la comida, sino por muchas otras cosas: podemos sentir asco cuando nuestros valores entran en juego y experimentamos un rechazo inmediato porque alguien o algo nos parece inapropiado, desagradable, inadmisible, hiriente, dañino. Puedes sentir rechazo por una persona cercana a ti, una situación o una idea. Y es fundamental reconocer esos valores propios que entran en juegos para saber cuándo nos están condicionando a la hora de volvernos intolerantes y rechazar algo o alguien sin ser lo suficientemente comprensivos».
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  • Alegría. Esta emoción aparece ante algo que nos resulta agradable y nos motiva para que generemos situaciones o conductas que nos permitan experimentarla de nuevo. “Lo que quiere la alegría es que recojas información de eso que te resulta placentero para que lo recrees en un futuro”. Además de conectarte con sentimientos de felicidad y satisfacción, la alegría está asociada a una sensación de bienestar y contento que “suele manifestarse a través de sonrisas y expresiones corporales relajadas. Incluso a nivel fisiológico puede estar acompañada de cambios en el cuerpo, como la liberación de endorfinas y otros neurotransmisores relacionados con el placer y la satisfacción. Esto no sólo mejora nuestro estado de ánimo, sino que también tiene un impacto positivo en la salud física y mental, ya que fortalece el sistema inmunológico, reduce el estrés y mejora la calidad de vida en general”.
  • Sorpresa. Puede considerarse una emoción olvidada, ya que se habla poco de ella, “pero aparece de manera casi constante en nuestro día a día porque estamos recogiendo información nueva de manera habitual. La sorpresa es como un breve momento en el que, una vez recogida esta primera información y procesados los datos, da paso a otra emoción. Lo que ocurre con esa emoción es que, si la sorpresa te supera, te puedes quedar procesando datos, en modo error”. Se trataría de empezar a reconocer los momentos de sorpresa, “de dejarnos envolver por la curiosidad de estar observando algo nuevo. Esto nos ayuda a evitar que las sorpresas se transforme de inmediato en otra emoción, además de prevenir suposiciones y juicios apresurados sin contar con toda la información”.
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