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Narcisista maligno

Un narcisista maligno no dudará en pasarte por encima para salirse con la suya. FOTO: Pexels/ ©Polina Tankilevitch.

Mente

Qué es el narcisista maligno y cómo evitar convertirte en su víctima

A nadie le conviene tener un amigo manipulador, mentiroso, sádico, cruel, agresivo, vengativo y totalmente carente de empatía. Menos aún una pareja. Es el momento de que pongas fin a vuestra relación.

Por Marcos López

7 de septiembre de 2024 / 08:54

Ahí viene de nuevo tu amigo a contarte lo maravilloso que es y lo afortunado que eres por permitirte que te postres a sus pies. Además, da absolutamente igual lo que tú tengas que decir. Es un narcisista de manual y le resulta irrelevante lo que le ocurra al resto del planeta. De hecho, tiene tan alto concepto de sí mismo que está convencido de merecer todo lo bueno que hay en el mundo, por lo que hará todo lo que esté en su mano para salirse con la suya. Caiga quien caiga. Y es que tu amigo se engloba en la peor de las nueve subcategorías del trastorno de personalidad narcisista actualmente tipificadas: el narcisista maligno.

Rebecca Zung, abogada especializada en la resolución de conflictos y autora, entre otros libros de éxito, de Slay The Bully: How to Negotiate with a Narcissist and Win, «los narcisistas malignos explotan frecuentemente a los demás para su mera ganancia personal, recurriendo a tácticas de manipulación con los que alcanzar sus objetivos sin que les importe lo más mínimo el bienestar ajeno». Te contamos cuáles son las señales de alerta para reconocer a un narcisista maligno.

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Se comportan de forma cruel y disfrutan con el sufrimiento ajeno

Como sucede con el resto de narcisistas, los malignos también ansían la admiración ajena y compensan su total falta de empatía con una arrogancia desmesurada. Pero si hay una característica que los distingue de los demás narcisistas es la crueldad en el trato que procuran a las personas que los rodean. Incluso podría asegurarse que se comportan de una forma sádica. Y es que se deleitan, y mucho, con el simple hecho de ver cómo los demás lo pasan mal aunque no obtengan una ganancia tangible.

Como alerta Rebecca Zung, «esta forma de narcisismo puede implicar un disfrute sádico al causar daño o dolor a los demás, obteniendo satisfacción al ejercer control y presenciar el sufrimiento de quienes los rodean. Los narcisistas malignos muestran un patrón consistente de comportamiento hostil que en muchas ocasiones se manifiesta con agresiones verbales, emocionales e, incluso, físicas hacia los demás». Ni siquiera hace falta que no les sigas el juego. Les sale de manera natural, pues «su agresividad suele estar alimentada por su necesidad de dominio y control».

Son manipuladores natos y mentirosos

Por muy soberbios, crueles y sádicos que sean, sus intenciones no siempre resultan evidentes. Al menos hasta que has caído en sus garras. Y es que son unos auténticos maestros de la manipulación, recurriendo a tácticas más o menos sutiles como la luz de gas, que hará que sus víctimas duden de todo lo que creen saber; o el love bombing, que provoca que sus parejas se comprometan rápidamente con la relación para luego vivir un infierno.

Aún hay más. No tienen ningún reparo en hacer lo que sea para lograr su objetivo, por lo que son unos mentirosos patológicos. E igualmente, pueden llegar a ser muy agresivos. Más aún cuando, tras ser consciente de su manipulación, tratas de desenmascararlos. Así que hay que tener mucho cuidado a la hora de plantarles cara y no ceder a sus demandas de adoración. O simplemente ignorarlos. Y es que también son muy vengativos.

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Sus relaciones son siempre tóxicas

A nadie le merece la pena tener un amigo narcisista, sobre todo si es del tipo maligno. Menos aún una relación amorosa. Recuerda: son crueles, sádicos y rencorosos. Y no tienen ni una pizca de empatía, por lo que no les importa nadie que no sean ellos mismos. Tal es así que no puede esperarse que sientan un amor verdadero por la persona que se convierta en su pareja. Sus relaciones son sólo una manera más de tener a alguien que les idolatre y les preste toda su atención.

En definitiva, es el momento de poner fin a tu relación con esa persona a la que poco, o nada, le importas. Y no te sientas culpable por ello. Como concluye Rebecca Zung, «deja de mover los límites que tienes establecidos por una persona. En su lugar, ha llegado el momento de que lo que muevas es a la propia persona». Lejos de tu vida, y cuanto más lejos mejor.

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