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La intuición y razón no son fuerzas opuestas, sino procesos complementarios. FOTO: Freepik.

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Por qué los psicólogos quieren que dejes de racionalizarlo todo y te guíes más por la intuición

Pensar las cosas demasiado puede hacer que te bloquees y pierdas oportunidades que no volverán a presentarse. La clave está en basar tus decisiones no sólo en la razón, sino también en la intuición.

Por Marcos López

02 DE JULIO DE 2025 / 14:00

Eres una persona prudente. Que analiza todos los pros y los contras antes de tomar una decisión y nunca se deja llevar por la intuición. Incluso en aquellas situaciones que, como ocurre con algunas oportunidades que sólo se presentan una vez en la vida, requieren una respuesta (casi) inmediata. Y no importa que tu cerebro, y tu estómago, te den su visto bueno de forma instantánea: tienes que tomarte tu tiempo. Aun a riesgo de que se te escape un tren que seguramente no vaya a volver a pasar. Lo que, en realidad, es muy fácil de evitar: tienes que dejar de racionalizarlo todo y guiarte más por la intuición.

Cristina García de la Torre, psicóloga clínica del centro ViBood Psicología, explica que «la principal diferencia entre la racionalización y la intuición radica en cómo procesamos la información y tomamos decisiones. La racionalización implica un análisis consciente, lógico y deliberado. Es ese momento en que pensamos las cosas de forma estructurada, sopesando pros y contras, y buscando explicaciones que se alineen con lo que consideramos razonable».

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Por su parte, continúa la experta, «la intuición funciona de manera más automática e inmediata. Se basa en percepciones rápidas, en experiencias previas almacenadas en la memoria, y no necesariamente seguimos un proceso lógico para llegar a una conclusión. Es como una corazonada que aparece sin que sepamos explicar muy bien por qué».

Trabajo en equipo

Que te dejes guiar por tu intuición, que en ocasiones tomes decisiones un poco más viscerales, no quiere decir en ningún caso que no seas una persona racional. Por el contrario, apunta Cristina García de la Torre, «la intuición y razón no son fuerzas opuestas, sino procesos complementarios. La intuición, lejos de ser irracional, es muchas veces el resultado de una experiencia acumulada que nos permite detectar patrones o señales de forma muy eficiente, aunque no siempre seamos conscientes de ello».

El ejemplo más claro son las situaciones de urgencia, que exigen una respuesta inmediata y en la que la intuición puede ser clave para reaccionar rápidamente. Unas situaciones en las que la razón también son de gran utilidad ayudándonos a revisar esas intuiciones y a evaluar si realmente se ajustan a lo que necesitamos. Es decir, «la intuición y la razón trabajan en equipo», refiere la especialista en Psicología Clínica.

Intuición: ideal para decidir rápidamente

La pregunta entonces es: ¿qué es mejor? ¿Ser intuitivo o racional? Pues lo ideal es ser las dos cosas al mismo tiempo. Como indica Cristina García de la Torre, «una persona puede, y debería, desarrollar tanto su capacidad analítica como su intuición. Son habilidades que se potencian mutuamente y que pueden utilizarse en diferentes contextos según lo que demande la situación».

Así, en los contextos complejos en los que haya mucha información o poco tiempo para decidir, una respuesta intuitiva podría ser más eficaz. Y en el lado opuesto, en aquellos en los que haya espacio para reflexionar con calma, la racionalización permitiría tomar decisiones más fundamentadas.

Razón: no garantiza que tu decisión sea correcta

Muy importante: que te dejes llevar por la primera impresión puede empujarte a cometer errores. Pero que te tomes tu tiempo para meditar tampoco garantiza que tu respuesta vaya a ser la más acertada. De hecho, alerta la psicóloga clínica, «incluso la racionalidad puede estar influida por sesgos cognitivos, por lo que combinar ambas estrategias, racionalización e intuición, puede ayudarnos a tomar decisiones más equilibradas».

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Intuición: conecta con tus emociones

Por tanto, ha llegado el momento de dejar de ser (tan) racional. Más aún cuando se tiene en cuenta, como incide Cristina García de la Torre, «que hay situaciones en las que pensarlo todo demasiado —sobrepensar o rumiación cognitiva— puede bloquearnos o hacernos perder oportunidades».

La clave está en basar las decisiones en la razón, pero también en la intuición, «que cuando está basada en la experiencia —refiere la especialista— puede ofrecernos respuestas ágiles y adaptativas, sobre todo en entornos cambiantes o inciertos. Además, nos permite conectar con nuestras emociones y necesidades más profundas, algo que a veces se pierde cuando intentamos racionalizarlo todo».

En definitiva, ser más intuitivos no significa dejar de pensar, «sino aprender a confiar en ese conocimiento interno que hemos ido construyendo a lo largo de la vida. La clave está en encontrar un equilibrio sano entre sentir y pensar», concluye la psicóloga clínica.

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