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Repetir en voz alta el nombre cuando te presentan a alguien o imaginar que lo escribes a mano ayudan a que el cerebro almacene el dato en los recuerdos a largo plazo.
Por Marcos López
22 de agosto de 2024 / 14:05
No es que esa persona te suene de algo. Es que tienes la total certeza de que la conoces desde hace mucho tiempo. Pero, no sabes por qué, no consigues acordarte de su nombre. Y, por si no fuera suficiente el desasosiego que te genera tu mala memoria, ves que se acerca a saludarte. Para tratar de evitar una situación incómoda pones a todo tu cerebro a trabajar para intentar recordar quién es. Sin resultado. Y mientras tu conocido te saluda efusivamente, tu mente sigue en blanco, aunque tu cara empieza a adquirir una tonalidad rojiza.
No te preocupes. Tu caso no es único. Como explica el doctor Marc Milstein, neurocientífico y autor del libro The Age-Proof Brain: New Strategies to Improve Memory, Protect Immunity, and Fight Off Dementia, «mucha gente tiene dificultades para recordar el nombre de otras personas. Pero hay un truco muy sencillo para asegurar que nunca vuelvas a olvidar un nombre u otras cosas que olvidas fácilmente».
No es únicamente el nombre. Es todo lo demás: quién es exactamente, dónde y cuándo os conocisteis, las circunstancias que compartíais en aquel momento… Un conjunto de información que, de recordarla, haría que resultara mucho más fácil recuperar el recuerdo de tu cerebro. El problema aquí es que ni el momento, ni el lugar, ni la situación son los mismos que en vuestros anteriores encuentros. Aquellos se quedaron en el pasado. Y como no esperabas este reencuentro fortuito, tu base de datos cerebral permanece bloqueada. No hay manera de que recuerdes ni el nombre.
Es un círculo vicioso. La Universidad de Lancaster ha observado que, ante una cara familiar, es más frecuente recordar quién es esa persona –dónde os conocisteis, dónde trabaja…– que cómo se llama. Y esta situación de amnesia puntual desencadena una ansiedad que pone aún más difícil recordar el nombre.
Da igual que se trate de una persona que has conocido recientemente o que ya os hayáis visto varias veces. La ropa que vestía, el lugar y la situación a partir de los cuales almacenaste la información en tu cerebro no son los mismos. Lo que, ante una cara familiar, hace que te sientas confuso. Y ahí viene a saludarte con su amplia sonrisa, dando por hecho que el reconocimiento es mutuo. Te contamos qué hacer para no sentir vergüenza por tu lapso mental y evitar que la otra persona se sienta ofendida.
No te centres en el nombre, sino en la persona. Más concretamente en la situación en la que os conocisteis. Recapacita: ¿Es un asiduo a tu gimnasio? ¿Tiene alguna relación con tu trabajo…? Acotando estos datos será más fácil que recuerdes quién es. También ayuda ganar tiempo con preguntas triviales, como qué tal va todo o cómo ha ido desde la última vez que os visteis. Los investigadores de Lancaster han demostrado que identificar a una persona lleva un mínimo de 10 segundos.
Tácticas aparte, lo más eficaz es archivar el nombre de esa persona entre tus recuerdos a largo plazo. Y la clave es prestar atención cuando te lo dicen. Ron White, dos veces triunfador en el Campeonato de Memoria de Estados Unidos, apunta que «la razón por la que no recuerdas un nombre es porque no estás en modo receptivo ni prestas atención cuando lo escuchas por primera vez. Es habitual centrarse en cosas como qué pensará esa persona de ti, qué piensas tú de ella, qué te transmite su apariencia o qué le vas a decir. No es cuestión de mala memoria, sino de falta de atención. Hay que dar preferencia a procesar los datos que se nos ofrecen en vez de dar rienda suelta a otros pensamientos paralelos».
Asimismo, para recordar un nombre a posteriori es muy útil repetirlo en voz alta nada más lo escuchemos por primera vez, lo que ayuda a memorizarlo más fácilmente; o asociarlo a un recuerdo ya guardado que tenga un significado especial, como a una calle o a otra persona que se llamen igual; o relacionar el nombre con una apariencia específica, por muy extravagante que parezca. ¿La persona que acabas de conocer se llama Leticia? Imagínala con una corona. Te será mucho más fácil recordar cómo se llama la próxima vez que la veas.
Un último truco. Como concluye el doctor Milstein, «si quieres recordar el nombre de alguien que acabas de conocer, imagínate que lo escribes a mano en el momento en que te lo diga. Esta caligrafía imaginaria hará que te centres en el nombre durante unos segundos más y con ello tu cerebro entenderá que se trata de una información importante, no desechable, y la almacenará entre los recuerdos a largo plazo».
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