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El descanso no sólo depende de dormir bien./ Foto: DKNY.
Salud mental
Para sentirnos descansados no es suficiente con dormir ocho horas. Nuestra mente, emociones, creatividad y espiritualidad también necesitan descanso.
Por María Corisco
23 de enero de 2024 / 17:00
¿Cuánto tiempo hace que no te sientes plenamente descansado? No se trata de que hayas pasado una mala noche, o que lleves unos días de dormir poco, sino de ese cansancio latente que te acompaña y que te hace decir «estoy hecho polvo». Tal vez la clave está en que, además del cansancio clásico -ese que se deriva del dormir mal-, hay otros tipos cansancio. Y, en consecuencia, de descanso.
Así lo asegura la doctora en medicina interna Saundra Dalton-Smith, que ha identificado siete tipos de descanso muy relacionados con la energía, creatividad, relaciones sociales y la felicidad. En su libro Sacred Rest, la doctora explora las razones por las que las personas podemos sentirnos en un estado continuo de agotamiento. Después de observar durante años cómo sus pacientes se quejaban de sentirse sin energía, siempre fatigados, comenzó a investigar el significado real del descanso, y llegó la conclusión de que es mucho más que dormir.
Dormir, por supuesto, es muy importante. Pero, para la doctora Dalton Smith, “si ponemos todos nuestros huevos en la canasta del sueño como forma de mantenernos frescos, renovados y llenos de energía, habremos pasado por encima de los demás tipos de descanso: mental, emocional, social, sensorial, creativo y espiritual.
Dormir, explica, es una forma pasiva del descanso físico. “El foco del descanso físico es la circulación y la fluidez corporal, que favorecen la sanación y la restauración”. Por ello, habla también de un descanso físico activo, en el que se puede incluir un paseo tranquilo, estiramientos, una clase de yoga… Y, también, jugar y disfrutar con nuestros hijos. En definitiva, cosas que nos hacen sentir bien.
Todos conocemos esa sensación de tener la menta embotada y confusa, así como la de sentir que nuestra cabeza es una centrifugadora en la que los pensamientos no dejan de dar vueltas y más vueltas a toda velocidad. Esa forma de sentirnos impide que podamos sentirnos descansados, pues nos consume la energía. “Es importante tomar conciencia de nuestras necesidades y comprenderlas para, así, darnos permiso para descansar mentalmente. Ahí nos puede ayudar liberarnos de tareas que nos hemos autoimpuesto, o compartir esa carga mental con alguien que nos apoye”. Así pues, podemos ponernos a reducir todo ese multitasking innecesario y reservando una parte del día para descansar nuestra mente
Es posible que sientas que eres una esponja que absorbe las emociones de los demás y siente la necesidad de ayudarlos, algo que hace que olvides en el camino tus propias necesidades. Cuidar de los demás puede ser agotador, y frustrante cuando no sentimos que nuestra pareja, amigos o familia cuidan de nosotros en la misma medida. Pero, ¿hemos llegado a expresar lo que queremos, lo que nos hace falta, cómo nos sentimos?
“La comunicación es uno de los regalos del descanso. Hablar con nuestro entorno más cercano de nuestras necesidades emocionales favorece que el otro entienda cómo nos puede ayudar”. Además, el descanso emocional implica darnos permiso para ser auténticos acerca de nuestros sentimientos. Compartir emociones, permitirnos ser vulnerables y acabar con la autoexigencia de complacer a los demás.
Hay distintas formas de descanso social. Entre ellas, la de ajustar el tiempo que pasamos con nuestros hijos y reservar espacios para otras interacciones (con amigos, colegas, conocidos). Se trata de encontrar el equilibrio entre las obligaciones sociales, que muchas veces no nos dejan tiempo para nosotros, y los momentos de encuentro que nos aportan descanso y paz. También, a veces, simplemente necesitamos un cierto tiempo de intimidad y privacidad en el que reconectarnos con nosotros mismos.
Vivimos con mucho ruido de fondo, con un sinfín de impactos sensoriales que nos bombardean y de los que a menudo no somos conscientes. El mundo que nos rodea nos satura y necesitamos recuperar el control de nuestras percepciones. Para protegernos de esta sobreestimulación sensorial podemos buscar ratos para estar a solas, descansar de las pantallas, salir al campo y observar la naturaleza.
Para la doctora Dalton-Smith, “el descanso creativo llega cuando nos permitimos apreciar la belleza, en cualquier forma que nos inspire”. También cuando nos damos permiso para ‘jugar’, para crear (sin que tenga importancia el que seas más o menos brillante en aquello que estés creando). Desbloquear nuestras habilidades también puede conseguirse al tomar distancia, dar descanso al cerebro y emprender actividades menos exigentes.
Sentir que nuestra vida tiene un significado y un propósito también puede ayudarnos a descansar. No se trata necesariamente de compartir una fe o una religión, sino la percepción de que “contribuimos a un bien mayor, o que somos parte de algo más grande que nosotros mismos”. Si tienes una sensación de vacío en tu vida, o que te dejas llevar por la inercia del día a día, puedes plantearte meditar o contribuir a la comunidad.
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