La psicóloga clínica Elena Jiménez analiza la terapia del rechazo que arrasa en TikTok: «Acaba minando tu autoestima»

Salvo en muy contadas ocasiones, a nadie le gusta recibir un no por respuesta. Menos aún cuando las negativas, lejos de resultar esporádicas, se convierten en la norma. Una acumulación de denegaciones que pueden acabar tirando la autoestima por los suelos. Así que toca prepararse mentalmente para tanto ausencia de asentimiento. Lo que, según la tendencia que está arrasando últimamente en TikTok, es muy fácil de lograr. Tan sólo hay que poner en práctica la bautizada como terapia del rechazo. Pero, ¿realmente funciona? No.

Elena Jiménez, psicóloga clínica, explica que “sentirse nervioso, incluso temeroso, frente a la posibilidad de ser rechazado es totalmente normal. No en vano, la negativa que recibimos ante una solicitud puede resultar muy dolorosa. Sin embargo, esta experiencia no es la misma cuando el solicitante puede anticipar, cuando no asegurar, que la respuesta que recibirá será invariablemente un no”.

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Todo empezó como juego

La terapia del rechazo fue ideada en 2009 por el canadiense Jason Comely, emprendedor y autor de libros de autoayuda, cuando fue abandonado por su esposa. Una vivencia que, sumada al acoso que sufrió durante su etapa escolar, hizo que se encerrara en su casa y renunciara a tener todo contacto humano. Todo ello por el temor, según el autodiagnóstico del nuevo eremita, a volver a ser rechazado por el prójimo.

Pero la vida sigue. Por lo que Jason Comely decidió superar su miedo concibiendo, y practicando, un juego de autoayuda en el que proponía 30 situaciones en las que siempre iba a recibir un no por respuesta. Juego, por cierto, que acabó comercializando de forma muy lucrativa. Y ante el riesgo de que este mes de denegación continuada no fuera suficiente, el influencer Jia Jiang, tomó el testigo en 2017 y elevó la apuesta hasta los 100 días. Hasta alcanzar el centenar de rechazos.

El éxito está en el no

La premisa es muy sencilla. Sólo tienes que acercarte a un desconocido y pedirle un favor que, por inesperado y rocambolesco, se negará a hacer. Por ejemplo, que te preste, o mejor aún te regale, varios cientos de euros. De buenas a primeras y sin mediar ninguna conversación preliminar que suavice tu petición. O también puedes enviar una solicitud a una empresa multimillonaria para que te contrate directamente como director general. Da igual. Lo importante es que tu requerimiento sea siempre rechazado. Una y otra vez.

Tanta negativa tiene su recompensa

De lo que se trata es de que te acostumbres a estas negativas repetidas. Que de tanto acumular noes en la mochila pierdas el miedo al rechazo. De hecho, y siguiendo el dictado de Jia Jiang, los cada vez más numerosos seguidores de esta supuesta terapia recomiendan sumar un mínimo de 100 negativas a tantas peticiones distintas. Una por día. Y no ocurre nada si, sorprendentemente, alguien accede a cumplir tu deseo. Si de repente eres varios cientos de euros más rico o consigues el trabajo de tus sueños. Mañana será otro día. La clave está en ser constante.

Tienes que salir de tu zona de confort

La ansiedad y miedo a sufrir un rechazo es tan real como común. Según la Universidad de Harvard, el 75% de la población se lo piensa mucho, o incluso decide no hacer nada, ante una situación en la que no tiene la certeza de salir airoso. Como sería pedirle una cita a la persona por la que bebe los vientos. Más aún, como ha observado la Universidad de Bath, en el caso de las mujeres. Así que hay que superar esta parálisis del miedo que hace que las oportunidades que ofrece la vida para ser feliz acaben pasando de largo. Salir de la zona de confort. Pero no es tan sencillo.

No es una terapia (y no siempre funciona)

Es como una variante de la terapia de exposición en la que, como revela la Universidad de Pensilvania, las personas son gradualmente expuestas a sus miedos hasta que consiguen vencerlos. Pero aunque lleve el término implícito en el nombre, la del rechazo no es una terapia. De hecho, no tiene ninguna base científica. Es cierto que lo peor que se puede conseguir es el ansiado no. El problema es que, aun perseguidas, “tantas negaciones –apunta Elena Jiménez– pueden resultar muy frustrantes y acabar minando seriamente la autoestima. Sobre todo en una situación personal en la que ya priman los pensamientos negativos”.

También hay que recordar que la reacción ante un no buscado no es la misma que ante uno inesperado. Y de la misma manera, que el temor al rechazo no es sino un mecanismo de autoprotección que no debe pasarse por alto. Como concluye la experta, “es importante reflexionar sobre los motivos del rechazo y los sentimientos que generan. Perseguir el no por sistema echa por tierra esta necesidad de reflexión y, por tanto, pone en riesgo nuestro crecimiento personal”.