Los espacios que habitamos influyen en nuestro estado de ánimo. FOTO: Getty Images.
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Alba Méndez, neuroarquitecta: «Rodearse de un entorno bello no es superficial, es fundamental»
Los edificios que habitamos condicionan nuestro bienestar. Si estás estresado o tienes ansiedad, quizás haya algo en tu entorno físico que lo provoca. Descubre qué falla gracias a la neuroarquitectura.
Por Sara Trueba
10 DE DICIEMBRE DE 2024 / 17:18
Cuántas veces habrás deseado escapar de la gran ciudad, eliminar por un rato de tu vista la imagen asfaltada y los edificios de cemento. La neuroarquitectura avisa de la urgencia de mejorar el diseño de los espacios que habitamos para impactar positivamente en el bienestar colectivo. Así, sentir que la oficina absorbe toda tu energía es real y no tan abstracto como creías. ¿Sabías que los entornos estimulantes favorecen la conexión de nuevas neuronas? Sin embargo, los estudios indican que vivir en la ciudad se asocia a una mayor actividad de la amígdala, órgano cerebral clave como respuesta al estrés y la ansiedad.
Alba Méndez es neuroarquitecta y coordinadora del primer Máster en Neuroarquitectura en la Universidad de Alicante. Su objetivo es “diseñar espacios que modulen la experiencia de los habitantes con el fin último de cuidar de su salud integral y así permitirles desarrollar su máximo potencial”.
Aunque hay numerosos estudios, un solo dato basta para avalar su objetivo: “Trastornos como la ansiedad, el estrés, la demencia, trastornos del sueño o la depresión han crecido a la par que lo ha hecho la demografía en las ciudades. Por ejemplo, los trastornos mentales han pasado de unos 650 millones de casos en 1990, a 970 millones en 2019, lo que corresponde a un aumento de 48,1 %”, comenta Alba.
¿Qué puede hacer la arquitectura para mejorar estos datos? “Por suerte, cada vez más arquitectos ponen el foco en el bienestar de las personas, adoptando un enfoque holístico que integra las necesidades físicas, emocionales y sensoriales de quienes habitan los espacios”, asegura. Así, aunque la tendencia que prioriza lo visual sigue predominando el mercado, se ha roto una barrera: “Hasta hace bien poco la arquitectura se centraba casi exclusivamente en resolver cuestiones estéticas y visuales, relegando el impacto multisensorial y humano del diseño”, añade Alba.
Se trata de conectar con el entorno y de construir un relato personal con él, con su historia y la de la persona que lo habita, haciendo que no sea solamente un lugar bello y funcional, sino también personal y que genere bienestar. “La falta de sensibilidad hacia la diversidad de experiencias humanas convierte el diseño en un ejercicio elitista, más preocupado por su impacto estético que por su funcionalidad o inclusividad”, comenta la neuroarquitecta.
Rodéate de cosas que te hagan sentir bien
El título de la segunda novela de Sally Rooney, ¿Dónde estás, mundo bello?, nos sirve de ejemplo para afirmar que la percepción de belleza es multimodal, también cuando hablamos de las construcciones que nos rodean y el espacio físico en el que vivimos.
En este sentido, Alba Méndez considera que rodearse de un entorno bello es algo fundamental. Se ampara en el estudio La triada estética, un modelo neurocientífico definido por Coburn, Vartanian y Chatterjee en 2017. Sin embargo, su idea de belleza es mucho más profunda. “Algo bello va mucho más allá de la pura apreciación visual. La experiencia estética lleva una carga cultural y depende de componentes sensoriales, emocionales y de conocimiento”. Así, un espacio puede ser visualmente atractivo, pero sensorialmente pobre o carente de significado emocional. Y, para la neuroarquitectura, estos factores también son pilares que sustentan el concepto de belleza.
Examina tu espacio más allá de lo físico
Existen datos inconscientes que te rodean y restan salud y felicidad. Algunos son más fáciles de identificar; otros, sin embargo, son barreras para la interacción que, sin querer, te están quitando bienestar.
- Iluminación natural y regulación de los biorritmos. “La luz natural es esencial para regular nuestros ritmos circadianos, encargados de controlar funciones biológicas clave como el sueño y la vigilia. Los espacios diseñados para optimizar la entrada de luz solar, mediante ventanales amplios, orientaciones adecuadas y materiales que permitan su aprovechamiento mejoran nuestra salud física al estabilizar el reloj biológico. Además, contribuyen al bienestar mental al reducir la fatiga, aumentar la concentración y fomentar estados emocionales positivos”.
- ¿Tu entorno facilita las relaciones interpersonales? “Espacios comunes bien planificados en edificios residenciales, plazas públicas con áreas accesibles y acogedoras o ambientes laborales que incluyan zonas de colaboración informal, actúan como catalizadores para las conexiones humanas. Somos seres sociales. Nuestra evolución y supervivencia han dependido de nuestra capacidad para colaborar y establecer vínculos con otros. Estudios neurocientíficos han demostrado que las interacciones sociales satisfactorias estimulan la liberación de oxitocina. Este equilibrio responde a nuestra biología, ayudándonos a mantener una conexión saludable con los demás y fomentando una sensación de pertenencia y bienestar emocional”.
- Espacio de trabajo coherente con los valores de las empresas. “El diseño de los espacios de trabajo debe reflejar los valores y la misión de la organización para reforzar el propósito de sus empleados. Por ejemplo, en una empresa dedicada a la sostenibilidad sería incoherente no incorporar elementos como sistemas de reciclaje, materiales de bajo impacto ambiental o soluciones arquitectónicas que minimicen la huella de carbono. En contraste, un diseño alineado con los valores organizacionales refuerza la identidad colectiva, el compromiso y la satisfacción, favoreciendo un entorno laboral más saludable y significativo”.
Pequeños cambios, grandes mejoras
Un diseño consciente tiene el poder de mejorar nuestra calidad de vida al potenciar lo que nos hace humanos: la interacción con los demás, el sentido de pertenencia y la alineación con los valores que sostenemos.
Existen pequeños cambios en el diseño del espacio que podemos implementar de manera urgente en nuestras casas y oficinas, y Alba Méndez nos revela algunos de ellos:
- Incorpora patrones de diseño biofílico. “Esto implica maximizar la entrada de luz natural, buscando que la luz solar nos llegue de manera directa en algunos puntos del día. La luz natural tiene un impacto directo sobre nuestra salud mental, regulando nuestros biorritmos y mejorando el estado de ánimo y la productividad”. Además, la biofilia establece una relación directa entre el ser humano y la naturaleza, de ahí la importancia de conectar y relacionarnos con ella, a través de, por ejemplo, baños de bosque o, incluso, en el diseño de bosques verticales, como algo esencial para nuestro bienestar.
- Utiliza colores naturales. Los tonos tierra, verdes o azules suaves evocan la naturaleza y ayudan a crear un ambiente más relajante. “Siempre que sea posible se deben elegir materiales naturales, como madera, piedra o fibras orgánicas, que no sólo son más sostenibles, sino que también favorecen una atmósfera más cálida y acogedora. Estos patrones son visualmente agradables para el cerebro, ya que imitan formas que encontramos en la naturaleza, lo que contribuye a la sensación de bienestar”.
- Estimula tu olfato y el sentido del tacto. Con aromas agradables y texturas que aumenten el confort. “Algunos aromas pueden evocar recuerdos positivos o relajarnos para dormir, mientras que otros pueden activarnos y ayudarnos a empezar el día con energía. Los aceites esenciales como la lavanda, el eucalipto o la menta cumplen estas funciones”.
- Mejora el ambiente sonoro. Favorece sonidos naturales, como el canto de los pájaros o el flujo del agua, y minimiza ruidos molestos que puedan generar estrés.
- En casa, crea espacios para la individualidad. “Sobre todo si hay varios miembros en la familia, es esencial respetar las necesidades individuales. Esto significa proporcionar rincones personalizados donde cada miembro pueda tener su propio espacio íntimo. Los espacios comunes deben ser flexibles y multifuncionales, capaces de adaptarse a las distintas actividades de todos”.
Desde la neuroarquitectura se promueve la colaboración entre arquitectos, neurocientíficos y psicólogos ambientales para generar cambios en nuestro espacio que provoquen un impacto directo en nuestra vida, aumentando nuestra productividad y felicidad en los espacios que habitamos.
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