Tres plantas de interior muy fáciles de cuidar que mejoran el equilibrio emocional

Hoy nadie duda del poder terapéutico de las plantas. Más allá de sus posibilidades ornamentales está demostrado que rodearse de elementos vegetales en el día a día reconforta, promueve un ánimo optimista e incluso mejora el bienestar físico y la calidad del sueño. Que las plantas son salud es un hecho probado por la ciencia. En la década de los 70, Roger Ulrich –profesor de Arquitectura y Salud de la Universidad de Chalmers (Suecia)– demostró que, durante un ingreso hospitalario, los pacientes que pueden ver un árbol desde su cama tienen una tasa de recuperación mucho más rápida y satisfactoria que los que están en habitaciones interiores o con vistas a otros edificios o a ladrillo.

Pero hemos tenido que vivir un confinamiento casi medio siglo después para plantearnos lo importante que es rodearnos de plantas en nuestra vida cotidiana. En el centro de las ciudades, cualquier retazo de naturaleza –aunque sea ubicada en macetas de barro o, mejor aún, en forma de jardín o arboleda– reconforta y calma. Colma la necesaria dosis de biofilia, esa inclinación humana hacia el contacto con plantas y otros elementos naturales (piedras, madera, agua…) que hace que nos sintamos mejor, física y mentalmente.

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La regla 3 – 30 – 300 se cuela en casa

De hecho, la conocida como regla 3 – 30 – 300 reivindica el poder de la naturaleza para favorecer el bienestar, reducir el estrés, mejorar el desarrollo cognitivo e incluso aumentar la esperanza de vida. Esta regla establece que todas las personas que habitamos en ciudades deberíamos –idealmente– poder ver al menos 3 árboles desde las ventanas de nuestra casa, tener al menos un 30% de superficie vegetal en nuestros barrios y disponer de un parque decente en el que disfrutar de tiempo de calidad a 300 metros a la redonda.

Y si lo que hay de puertas para afuera es importante, dar paso a la naturaleza en nuestros hogares no lo es menos. “Las plantas de interior permiten que conectemos mentalmente con la visión de los árboles o parques de nuestro barrio generando un hilo verde imaginario que reconforta y tranquiliza”, dice el paisajista Fernando Pozuelo. “Es una forma de lograr visualmente que nuestro hogar se integre en un cierto paisaje natural”. Menos es nada.

Sansevieria, Aloe vera y Monstera, las más fáciles de cuidar

A la hora de poblar nuestra casa de plantas no es cuestión de plantarse en el vivero sin más y pillar lo primero que nos entre por el ojo. Hay plantas de interior que se prestan más a favorecer la calma. “La Sansevieria trifasciata o lengua de tigre es relajante por su aspecto depurado y minimalista”, dice Fernando Pozuelo. Tiene hojas largas de tonos verdes jaspeados y franjas amarillas, sus tonalidades son agradables y luminosas. Crece formando una estructura muy lineal y ordenada, lo que favorece la calma. Además, elimina muchas toxinas del aire, por eso se utiliza para decorar salas donde hay televisores u ordenadores”.

Otra especie que no hay que perder de vista es el Aloe vera. “El inconsciente de las personas lo asocia con soluciones terapéuticas dado que de sus hojas se pueden extraer muchos remedios”, indica Pozuelo. “Se puede beber licuado, tomar su gelatina como si fuera mermelada, aplicarla directamente sobre la piel para regenerarla o refrescarla… Esa asociación hace que la consideremos una planta que genera bienestar”, dice. Apetece tenerla cerca. 

Para las personas que teletrabajan desde casa, el paisajista recomienda la Monstera deliciosa o costilla de adán. “Se adapta muy bien a interiores más o menos luminosos sin radiación solar directa. Sus grandes hojas crean un ambiente exótico que reduce el estrés provocado por las pantallas, ordenadores, cables y dispositivos electrónicos”. Si aprovechas para hacer pequeños descansos visuales cada 50 minutos cambiando la mirada desde el portátil hacia el precioso follaje de la monstera la jornada de teletrabajo en casa será mucho más llevadera.

Pothos, drácena, bambú, cóleos… Otras plantas efecto feel good

La lista no acaba aquí. Hay muchas otras plantas expresivas y coloridas que favorecen un clima de optimismo y un ánimo alegre. “Los pequeños troncos de bambú, que pueden anudarse en un manojo y colocar en un jarrón con agua, son muy resistentes, depurativos, tienen un precioso brillo y su rápido crecimiento es estimulante, incluso para aquellas personas que no tienen buena mano con las plantas”, dice Fernando Pozuelo.

También las calatheas y los cóleos, de vivos colores y rápido crecimiento. El infalible y popular potho, resistente, fácil de cultivar y con un crecimiento dinámico que anima cualquier rincón. La drácena de cogollos verdes, una palmerita que necesita poca agua y se relaciona con la buena suerte. O crasas como la echeveria, cuya forma de roseta “recuerda a los mandalas y a la geometría sagrada. Estas proporciones transmiten un halo místico muy relajante”, dice Pozuelo. “Nos invita a observarlas detenidamente, a pintarlas y a disfrutarlas como si fueran un cuadro vegetal».

La jardinería como terapia

La relación con las plantas no puede ser affair de un día. Una vez instaladas en ese espacio del salón elegido especialmente para ellas toca desplegar una rutina de atención, cuidados y mimos que también puede ser muy terapéutica. “Algo muy básico y con grandes beneficios cognitivos es la observación”, indica el paisajista Fernando Pozuelo. “Observar la naturaleza pone en marcha el hemisferio derecho del cerebro, el más intuitivo, el menos ligado a la razón. Además, las plantas transmiten valiosas lecciones de vida, como la capacidad de adaptación, la paciencia, la resiliencia y la esperanza”.

Bajando a labores más ordinarias, todas las tareas de jardinería pueden convertirse en lecciones magistrales. El riego requiere de percepción y delicadeza y apela a la responsabilidad. La limpieza y retirada de hojas secas potencia el arquetipo del orden en el cerebro humano, ayudando a calmar a las personas muy nerviosas. El trasplante es un gesto muy simbólico que podemos asociar a cambios en la vida como mudanzas o separaciones y estimular así nuestra capacidad de adaptación y de crecimiento constante.

Para personas detallistas, meticulosas, muy manitas o abiertas a nuevos retos, un precioso desafío es crear un pequeño terrario con bonsáis de chorisia, ficus, baobab, olmo… Compón un paisaje en miniatura con rocas que puedes rastrillar siguiendo técnicas de Feng Shui. Una manera muy relajante de explorar un microcosmos sin salir de casa y de conectar con la naturaleza y con el concepto de cuidado que tantos beneficios aportan a nuestra salud física y emocional.