
La principal razón por la que se guardan secretos en el seno de la pareja es el temor a que la relación se haga añicos. FOTO: fotograma de Los fantasmas de mis exnovias.
Mente
Confesar una infidelidad, sí o no: qué secretos no debes contarle nunca a tu pareja
Tus fantasías y tu vida antes de tu pareja son sólo de tu incumbencia. Pero no temas a abrirte si piensas que has traicionado vuestro compromiso: algunas confesiones pueden reforzar vuestra relación.
Por Marcos López
16 DE MAYO DE 2025 / 13:00
No puedes más. Sientes que has traicionado a tu pareja. Que has violado vuestro compromiso y puesto (muy) en riesgo vuestra relación. Ya sea por una nimiedad, como sería realizar a sus espaldas esa compra a la que tanto se oponía, o porque has quebrantado vuestro juramento habiéndole sido infiel. Da igual. Con independencia de la magnitud de tus actos, los remordimientos no te dejan vivir. Así que decides contarle tu pequeño, o enorme, secreto. Pero cuidado: por mucho que te atormente ese desliz, compartirlo puede tener consecuencias nefastas. Así que toca pensárselo una vez más. Evitar el daño
Te contamos cómo saber cuándo debes revelar un secreto o guardarlo. Si tienes que dejar que tu engaño salga a la luz o, por el contrario, si tienes que enterrarlo muy hondo y para siempre.


Tu pareja también tiene secretos
Todo el mundo tiene secretos. También en el seno de una relación romántica. De hecho, la Universidad de Tennessee ha constatado que hasta el 60% de los miembros de una pareja se guardan, durante algún tiempo o para siempre, algún pensamiento o acto que le da miedo o vergüenza compartir. Aunque ocupe (mucho) espacio en su cabeza y le obligue a estar permanentemente en guardia. Aunque suponga un gasto de energía que en realidad debería invertir en cosas más importantes. Pero hay razones de peso para que nunca sean desenterrados.
Estás protegiendo a tu pareja
No quieres hacer daño a tu pareja. Con la que aspiras a vivir el resto de tu vida. Que en realidad no necesita saber algunas cosas que hiciste antes de conocerla. Cuando tenías otra vida. Por ejemplo, la gran asiduidad de desenfrenados encuentros sexuales que mantenías con tu anterior, y ya depuesta, media naranja. El pasado, pasado está, y las comparaciones pueden ser muy odiosas. Así que, de interrogarte al respecto, no debes sentirte culpable por mantener tu secreto y recurrir a una mentira piadosa.
Lo mismo sucede con algunos pensamientos que acuden a tu cabeza. Deseos inconfesables que no dejan de ser meras fantasías. Que, aunque nunca se harán realidad, provocarían un gran desasosiego a tu pareja. Por lo que, una vez más, es mejor proteger la información con un grueso candado. Y tirar la llave bien lejos.
Es privacidad, no secretismo
Rhonda Britten, coach de bienestar y autora, entre otros libros de éxito, de ‘Fearless Loving: 8 Simple Truths That Will Change The Way You Date, Mate And Relate’, afirma que «es crucial distinguir entre la privacidad, en la que se apoyan tanto la identidad como los límites individuales, y el secretismo, que en el seno de una relación puede erosionar lentamente la confianza y convertir un vínculo saludable en tóxico».
Sin embargo, lo más común es que el objetivo de esta actitud protectora seas tú. Mantienes el secreto no porque puedes causarle un daño a tu pareja, sino porque quieres evitar toda confrontación. En la que, con total seguridad, llevas todas las de perder. Aunque sea (muy) probable que, por muy bien que sepas guardar secretos, tu comportamiento acabe delatándote. Tu pareja no sabrá exactamente qué le estás ocultando, pero sentirá que hay algo que va mal. Y ese algo eres tú.
Tienes que confesar
No importa. Consideras que es mejor convivir con los remordimientos que afrontar las consecuencias. Su enfado. Quizás porque vuestro vínculo no es lo suficientemente fuerte como para hacer borrón y cuenta nueva. Lo que claramente indica que vuestra relación no marcha demasiado bien. Así que revelar tu secreto no generará un problema ya existente: sólo lo agravará. Pero tienes que contárselo. Tu honestidad puede actuar como un bálsamo. Superar la discusión que desencadenará tu confesión puede reforzar vuestra relación.
El doctor John Delony, especialista en Salud Mental y Emocional y autor del libro Questions for Humans: Couples, recomienda «no tener nunca secretos con la persona a la que se ama, pues los secretos destrozan las relaciones. Cuando le ocultas algo a tu pareja, lo que sea, es como si estuvieras tomando bocanadas de aire. Puedes creer que estáis sentados en una playa paradisíaca, cuando en realidad estáis sumergidos bajo el agua tratando de sobrevivir».
¿Y si has cometido una infidelidad?
En el estudio de los investigadores de Tennessee, la principal razón argüida por los guardianes de secretos era el temor a que su pareja se hiciera añicos. Básicamente, porque hasta en una tercera parte de los casos el motivo de la ocultación era una infidelidad. Y ante un secreto de tal magnitud, todo el mundo pierde. El perpetrador de la traición albergará un sentimiento de culpa por su acto o por el daño causado, mientras que la persona engañada se sentirá confusa ante la nueva actitud esquiva o verá su corazón hecho trizas. Lo que hará que la relación se vea irremisiblemente deteriorada, cuando no acabada.
Cuando el secreto es una infidelidad, lo mejor es buscar asesoramiento en un amigo de (mucha) confianza. Saber cómo llevar a cabo una confesión en la que deberá invertirse mucho tiempo de reflexión. Sin embargo, esta revelación sólo debe contemplarse cuando se busque reforzar la relación. Nunca para acallar los remordimientos. Sería demasiado egoísta. Si éste es el caso, y dado que lo único que se logrará se generar mucho dolor, es mejor tirar la llave.
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