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Alimentación intuitiva cómo adelgazar

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CONSEJOS

Alimentación intuitiva: cómo adelgazar con este método fácil y flexible

Ni dietas, ni restricciones, ni días para hacer "trampa" en tus comidas. La alimentación intuitiva nos enseña a escuchar a nuestro cuerpo y darle exactamente lo que necesita. Ni más ni menos.

Por Andrea Verdejo

9 de enero de 2022 / 08:39

Las dietas pueden volvernos locos y tener contraindicaciones como el temible «efecto rebote». Por eso cada vez surgen más opciones alternativas más amables con nuestro cuerpo y con la forma que tenemos de alimentarnos. Una de estas corrientes nutricionistas que se posiciona en contra de la cultura de las dietas es la de la alimentación intuitiva.

Como su propio nombre indica, la alimentación intuitiva se basa en la suposición de que el cuerpo debería saber cuál es la cantidad correcta y el alimento idóneo para él.Es decir, que si escuchas a tu cuerpo e interpretas las señales del hambre correctamente, automáticamente te alimentarás de manera más saludable. Es básicamente cómo actúan los niños pequeños ante la comida, comen cuando tienen hambre y dejan de hacerlo cuando se sienten saciados y satisfechos. Pero, ¿acaso es tan fácil aplicarlo cuando tenemos malos hábitos de alimentación y unas rutinas que dañan nuestro metabolismo?

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En qué consiste la alimentación intuitiva

El acto de comer implica muchísimo más de lo que creemos. No solamente estamos nutriendo a nuestro organismo, la relación que tenemos con la comida afecta tanto a nuestra salud física como a la mental. Por ello, a todas esas personas que se pasan la mayor parte de sus vidas haciendo dieta y a disgusto con su cuerpo muchos expertos nutricionistas tratan de crearles conciencia de los daños que este estilo de vida puede acarrear en su salud y de las distintas alternativas y enfoques que existen.

La inclusividad corporal, la nutrición HAES pensada para gente de todas las tallas y tamaños o la alimentación consciente están en sintonía con esta forma de entender la nutrición más respetuosa y amable. Y, por supuesto, también se encuentra en línea con esta corriente de pensamiento la alimentación intuitiva.

Podría parecernos que la alimentación intuitiva se trata simplemente de comer lo que nos apetezca sin ningún tipo de reglas y, aunque esa afirmación tiene algo de cierto, tampoco se trata de un concepto tan simplista como ese.

Mientras que esta «utiliza sentimientos de hambre, saciedad, satisfacción y conocimiento del cuerpo para dictar las opciones de comida en el momento, las dietas tradicionales utilizan factores externos como el cálculo de calorías o la medición de la cantidad de alimentos», explica la nutricionista Alissa Rumsey. Otra de las grandes diferencias de este tipo de alimentación respecto a las dietas tradicionales es que su objetivo principal NO es la pérdida de peso. Aunque sí es posible conseguirlo con ello.

Este concepto no es tan novedoso como podríamos creer a priori. Fue introducido en 1995 por las nutricionistas Evelyn Tribole y Elyse Resch y va en la línea de poder alcanzar un bienestar general, en lugar de sentimientos de culpa relacionados con la comida. Consiste en estar conectados con nuestro cuerpo y confiar en nuestra intuición y nuestro apetito. Al hacer caso a nuestro propio cuerpo comenzaremos a comer únicamente lo que necesitamos, porque ¿cuántas veces has comido sin hambre o te has privado de comer cuando tu estómago lo pedía a gritos?

Ventajas y desventajas de la alimentación intuitiva

Como casi todo en esta vida, la alimentación intuitiva tiene su parte buena y otra que no lo es tanto. Por supuesto, antes de empezar a practicarla debes conocerlas todas para saber si este es un método adecuado a ti. Entre los principios en los que se basa este enfoque nutricional podemos encontrar los siguientes:

  1. Elimina la culpabilidad y rechaza la cultura de las dietas. Nada de alimentos «prohibidos» y de sentirte mal con tu cuerpo. Es el momento de reconciliarnos con nosotros mismos y con la comida.
  2. Tú eres quien marca el límite. Para lo bueno y para lo malo, al no limitar las porciones de la comida o marcar el peso o las calorías, puede resultarnos difícil saber cuándo parar pero se trata de escuchar a nuestro cuerpo y de dejar de lado a tu crítico interior.
  3. Lo avala la Ciencia. Un estudio de la Universidad de Minnesota ha demostrado que esta alimentación se asocia con mejores marcadores de conducta alimentaria y relacionada con el peso 5 años después, lo que sugiere que puede tener beneficios potenciales a largo plazo.
  4. El peso no es importante. Y esto quita muchísima presión a nuestro día a día, pues la meta no es perder determinados kilos sino sentirnos mejor y aprender a comer.
  5. Evita el «hambre emocional». Al rechazar las restricciones, los atracones de comida pierden su atractivo y descubrimos los alimentos nutritivos que nos hacen sentir mejor.
  6. La salud es lo más importante. No solo la física, también la mental.

Cómo practicarla

La teoría ya la tienes, pero sabemos que poner todos estos conceptos en práctica no es tan sencillo. Por eso los expertos recomiendan una serie de pautas para iniciarnos en la alimentación intuitiva, poco a poco y sin presiones.

  • Uno de los consejos más repetidos por los nutricionistas es comer despacio, masticando y saboreando bien los alimentos para ser más conscientes de cuándo nuestro cuerpo dice ‘basta’. Puedes hacer pausas durante la comida y preguntarte si deseas seguir comiendo o si ya estás satisfecho, presta atención a la sensación de saciedad.
  • Minimiza las distracciones como ver la televisión o el móvil, ya que centrarnos en la comida puede ayudarnos a estar más conectados con nuestro apetito.
  • Empieza por tus comidas saludables favoritas. Puedes hacer una lista de aquellos alimentos que te encantan y que te permites comer sin restricciones teniendo muy en cuenta aquellos con los que sientes que podrías perder el control, como por ejemplo el chocolate, para no empacharte.
  • Si sabes que a menudo comes por motivos distintos al hambre –el aburrimiento, el estrés, la ansiedad, la tristeza…– pregúntate a ti mismo antes de abrir la nevera si realmente sientes hambre. La comida solo solucionará ese problema, los demás, seguirán ahí después.

Por último, un truco de la coach nutricional Isabelle Junot (@isa.healthy.life) consiste en el siguiente ejercicio:

  1. Escribe una lista de frases que empiecen por “todo el mundo sabe que…” (en las que confíes): Comer mucho en la cena engorda, no deberías comer fruta después de las comidas, el azúcar es adictivo, tomar café negro por las mañanas pone en marcha el metabolismo
  2. Ahora, escribe una lista de reglas que impones TÚ en ti mismo: Por ejemplo, no comer demasiado pan blanco, solo tomar leche de almendras que tiene menos carbohidratos, solo comer pasta para comer, no para cenar…
  3. Observa tu pensamiento y descubre si hay alguna argumentación científica que lo respalde. O si es ilógico o incorrecto. Cuando te des cuenta de que no es verdad, reemplázalo con algo lógico, teniendo en cuenta tu experiencia pasada con ese alimento.
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