Cómo depurar el cuerpo de forma natural sin hacer la dieta détox de la que habla todo el mundo

No existe máquina en el mundo capaz de transformar todo el combustible que consume en energía. Siempre se produce algún residuo. Lo que también ocurre con las células de tu cuerpo. Que en cada proceso metabólico generan impurezas que, según se van acumulando, acaban interfiriendo con su funcionamiento. Poniendo en riesgo a las propias células y, por ende, a todo tu organismo. Así que no queda otra que eliminarlas. Pero no hace falta que recurras a las dietas détox. No sólo porque, en realidad, no valgan para nada, sino porque tu cuerpo está más que capacitado para limpiarse por sí solo.

La doctora Estefanía González Melo, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Hospiten Bellevue, explica que «nuestro cuerpo es un organismo tan inteligente que está hecho para mantener siempre el equilibrio interno (homeostasis). Presentamos dos increíbles órganos encargados de metabolizar, filtrar y eliminar productos de deshecho, fármacos y tóxicos de la sangre: el hígado y los riñones». Aunque no le viene mal que le echen una mano. Te contamos cómo ayudarlo. De forma totalmente natural.

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Las toxinas están por todas partes

En realidad, no todas las impurezas y toxinas que acumula tu cuerpo provienen de los procesos metabólicos. También se adquieren del exterior. Por el simple hecho, como ha observado la Universidad de Pondicherry, de comer o respirar. De vivir. Pero las más famosas, y temidas, son las que se generan en el interior. Los radicales libres que dañan a las células. Por lo que deben ser neutralizados por los antioxidantes. Y aquí entran en juego las cada vez más populares dietas détox.

Olvídate de las dietas détox

Pero hay un problema. Como apunta la doctora González Melo, «las dietas détox se basan en eliminar ciertos tóxicos o procesados de la dieta y consumir mayor número de alimentos frescos para detoxificar el cuerpo. Lo consiguen, según quienes lo defienden, a través de licuados de frutas y verduras o mediante planes más elaborados organizados por semanas. El problema de ésta y cualquier otra dieta es la duración. Puede conllevar déficits nutricionales y mala relación con la comida».

Por tanto, de lo que se trata es de seguir una alimentación equilibrada y saludable. En la se destierren de una vez por todas las bebidas y alimentos ultraprocesados. Cuyo consumo, como demuestra el Instituto Karolinska de Estocolmo, se asocia al desarrollo de un gran número de enfermedades muy graves y potencialmente letales, incluidas algunas que afectan al hígado y los riñones. Mermando así la habilidad natural del cuerpo para depurarse.

Hay que comer bien

Es importante priorizar los alimentos ricos en antioxidantes como las frutas y verduras. Como destaca la experta, «al igual que una dieta cargada de ultraprocesados puede dañar el hígado convirtiéndolo en graso y conllevar incluso el desarrollo de un cáncer, una dieta rica en antioxidantes ayuda a cuidar el hígado e incluso a reducir el daño ya producido».

También aquellos con un alto contenido en azufre, que como revela la Universidad de Bridgeport ayudan a eliminar los metales pesados, altamente tóxicos, que se almacenan en el organismo. E igualmente, los alimentos fermentados, pues mejoran la salud intestinal y, por tanto, potencian la actividad del sistema inmune, mejorando así la capacidad del cuerpo para eliminar las impurezas.

Hidrátate y duerme entre siete y nueve horas

Tampoco hay que pasar por alto la importancia de una adecuada hidratación. Beber agua que ayude a arrastrar las impurezas fuera del cuerpo. Nada de refrescos azucarados y, menos aún, de alcohol que exigirá a tu hígado un gran sobreesfuerzo para eliminar el etanol. De hecho, el exceso de alcohol es bien conocido por dañar el hígado de forma irreversible.

Pero aún hay una cosa más. Para llevar a cabo sus funciones, incluida la depuración, el cuerpo necesita energía. Que debe reponerse eficientemente todos los días. Para lo que es necesario disfrutar de un descanso de calidad. Entre siete y nueve horas y nunca menos de seis. No en vano, la falta de sueño provoca que los órganos no puedan funcionar su pleno rendimiento.

Como indica la doctora González Melo, «dormir es una actividad fisiológica imprescindible. No existe evidencia exacta de cuál es el papel fundamental del sueño, pero sí que sabemos las consecuencias de dormir poco o mal: disminuye la inmunidad, por lo que hay más tendencia a infecciones; aumenta la resistencia a la insulina, y con ello el riesgo de desarrollar obesidad y diabetes; aumenta la inflamación sistémica, lo que aumenta el riesgo cardiovascular; y disminuye la limpieza de toxinas y eliminación de proteínas anómalas, lo que incrementa el riesgo de cáncer y otras enfermedades».

En definitiva, lo importante es cuidarse. Como concluye la experta, «tenemos que concienciarnos de que la mayor parte del tiempo deberíamos estar activos físicamente y alimentarnos de manera saludable. Nuestro cuerpo no necesita más».