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Correr exige más fuerza y energía que caminar, lo que mejorará tu salud./ Foto: Pexels.

Cuerpo

Por qué tienes que correr en vez de caminar: así tienes que hacerlo para aprovechar todos sus beneficios

Correr exige más fuerza y energía que caminar, lo que mejorará tu salud pulmonar y cardiovascular. Pero lo realmente importante es evitar el sedentarismo

Por Marcos López

31 de enero de 2024 / 14:00

Tu agenda está tan apretada que no encuentras tiempo para hacer las cosas que te gustan, pero siempre que puedes buscar un hueco para salir a caminar. Todo ejercicio es bueno para tu salud física y mental. Además, tampoco tienes que cumplir con la regla de los 10.000 pasos diarios: los estudios demuestran enormes mejoras para tu bienestar con solo 4.200 pasos, así como que existe un límite de 7.500 pasos a partir del cual los beneficios ya no son tan notables. Así que ya tienes un objetivo. Pero, ya que quieres ir más lejos con tu ejercicio, ¿por qué no intentas correr?

Caminar es uno de los ejercicios más populares, sino el que más. Y cuanto más lo practicas, mayor es tu capacidad para caminar mayores distancias y a mayor ritmo. Así que ha llegado el momento de dar un paso más y cambiar la marcha por el trote, lo que mejorará, y mucho, tu salud cardiovascular y pulmonar.

La razón es que este aumento de la velocidad exige más fuerza y energía, lo que hace que tu corazón y pulmones se ejerciten aún más. Tal es así que la recomienda realizar 150 minutos semanales de ejercicio de intensidad moderada, como sería caminar a buen ritmo, o 75 minutos de actividad física vigorosa, como correr. Entonces, ¿correr es el doble de bueno que caminar? No, es aún mejor.

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Correr es más saludable

Según un estudio realizado en Taiwán, el beneficio en aumento de esperanza de vida de correr cinco minutos al día es similar al de caminar a buen paso 15 minutos. Para lograr la reducción en el riesgo de la mortalidad a medio-largo plazo que, frente a quedarse sentada en el sofá, se consiguen con una carrera diaria de 25 minutos, hay que caminar todos los días 105 minutos.

También hay que tener en cuenta que el mito que afirma que correr daña las rodillas es totalmente falso. Y si bien es verdad que el correr se asocia con un mayor riesgo de lesiones que el caminar, entrenar el cuerpo poco a poco, primero con paseos cortos y poco exigentes para subir progresivamente la intensidad, hará que se fortalezcan las articulaciones para evitar esas posibles lesiones futuras.

Empieza a correr

Sales a caminar a diario o, incluso, prefieres quedarte sentado porque crees que no necesitas ejercicio o no tienes tiempo para hacerlo. No importa: es el momento de subir el ritmo y empezar a correr. ¿No te ves capaz? Sigue estos sencillos pasos:

  1. Ve un poco más lejos: trata de aumentar el número de pasos que caminas cada día. Y si eres neófito en la práctica de ejercicio, intenta caminar durante varios días a la semana 3.000 pasos más de lo que haces habitualmente.
  2. Acelera el ritmo gradualmente: encuentra el momento para caminar a paso ligero durante 10 minutos tres o cuatro días por semana. E intenta poco a poco aumentar la duración de tu marcha hasta fijarla en 60 minutos.
  3. Empieza a correr: pasados unos dos meses habrás notado que tu ritmo de marcha es mayor. Ahora hay que correr: calienta con una caminata a buen ritmo de cinco minutos, luego alterna entre una carrera al trote durante un minuto y una marcha rápida de tres minutos. Repítelo entre cuatro y cinco veces.
  4. Cada vez más rápido: es el momento de acortar los minutos de marcha y aumentar los de carrera. Pero no hay prisa: márcate un minuto extra de carrera –y uno menos de caminata– cada dos semanas hasta agotar la fase de marcha y… ¡ya estás corriendo!
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Muy importante: si en algún momento de este cambio de marcha a carrera notas presión o un dolor en el pecho, tómate una pausa y consúltalo inmediatamente con tu médico. Tampoco pasa nada si no puedes, o no quieres, correr. Hay muchas otras actividades que te permiten aumentar la intensidad de tu ejercicio. Y si decides seguir con tus caminatas, intenta ponértelo un poco más difícil incluyendo colinas o escaleras y súbelas cada vez más rápido.

Además, tampoco hace falta correr todos los días. El equilibrio perfecto es alternar el ejercicio de intensidad moderada con el vigoroso a lo largo de los días. Todo suma.

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