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Después de desayunar es recomendable esperar al menos media hora para lavarse los dientes. FOTO: Pexels.
Cuerpo
Cepillarse los dientes justo antes de desayunar aumenta la secreción de saliva que facilita la digestión de alimentos y mata a las bacterias indeseables que habitan la cavidad bucal.
Por Marcos López
14 de septiembre de 2024 / 09:02
No importa que, como cada noche, te lavaras los dientes tras la cena y te fueras a la cama con una dentadura radiante. Llega el momento de levantarse y tu aliento no huele tan bien como debería. Así que decides cepillar de nuevo tus dientes para desterrar la indeseada halitosis matutina. Pero te asalta una duda. El desayuno que te aportará energía para afrontar el día, al que en ningún caso debes renunciar, volverá a dejar en tu boca restos de comida. Entonces, ¿es mejor esperar a terminar de desayunar para, por fin, lavarse los dientes? No. O al menos, no inmediatamente.
Laura González, odontóloga en We Clínica Dental de Madrid, explica que «lo ideal es lavarse los dientes antes y no justo después de desayunar. Y en caso de que se haya desayunado, esperar por lo menos de media hora antes del cepillado». Te contamos por qué, según la ciencia, debes recurrir a las prácticas de higiene bucal –cepillado, colutorio, hilo dental y raspado de la lengua– previamente a la primera comida del día y no (inmediatamente) después.
Que estés durmiendo no quiere decir que tu organismo haya cesado sus actividades. Entre otras muchas, respirar. Lo que, tal y como pasa con tu energía, hace que se consuman tus fluidos corporales. El agua que compone el 60% de tu cuerpo. El resultado es que te levantas con la boca pastosa. Sobre todo si tienes congestión nasal, que te obliga en tu descanso a respirar por la boca, con lo que se seca y no cuenta con suficiente saliva para arrastrar muchas de las bacterias y partículas que causan un olor desagradable. Así que es muy recomendable que acompañes tus despertares con un generoso vaso de agua.
Hay que lavarse los dientes después de cada comida o, cuando menos, tres veces al día para evitar las consecuencias, muy graves, que la mala higiene bucal tiene para la salud. Pero por lo que respecta al desayuno, no interesa correr. Muy especialmente si has tomado pan, café o zumo de naranja, pues sus ácidos, tal y como sucede con los segregados por las bacterias que residen en la dentadura y que ayudan a descomponer los carbohidratos de los alimentos, pueden dañar el esmalte dental. Y no es cuestión de coger un cepillo y frotar todos estos ácidos contra el esmalte para aumentar su erosión.
Una cosa es que haya que proteger este mineral dental y otra muy distinta es que haya que salir a la calle con restos de comida que decoren tu boca y nutran a las bacterias que allí residen. La solución una vez se ha desayunado, indica Laura González, «pasa por esperar no menos de media hora antes de cepillarse los dientes, para que de esta manera el esmalte pueda recobrar su fortaleza y se regule la acidez en la boca».
Pero puestos a elegir, es mejor que este lavado dental se realice justo antes de esta primera comida. Y es que como ha demostrado la Universidad de Michigan Central, tras el cepillado se aumenta, y mucho, la secreción de saliva durante cerca de cinco minutos, lo que además de mejorar el gusto facilita que los alimentos puedan ser deglutidos –y digeridos– de forma mucho más efectiva y segura.
Es más. La saliva también contiene sustancias que ayudan a eliminar las bacterias indeseables que habitan en la cavidad oral. Unos patógenos cuyo crecimiento se descontrola durante la noche, colaborando al mal aliento matutino. Y a todo ello se suma que el flúor presente en los dentífricos, recuerda la experta, «protege el esmalte dental creando una barrera frente a la acidez de los alimentos».
En definitiva, la higiene oral previa al desayuno aporta tres beneficios por el precio de uno: elimina la halitosis, protege a la dentadura frente al aumento de acidez en la cavidad oral y mejora la digestión de los alimentos. Pero tampoco hay demasiado problema si prefieres esperar a saciarte con un generoso desayuno. Como concluye Laura González, «independientemente de cuándo optes por hacerlo, cepillarse los dientes siempre será mucho mejor que no hacerlo».
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