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A todos nos gusta el calor, pero exponerse al frío es beneficioso para nuestro cuerpo./ Foto: Pexels.

Cuerpo

Por qué pasar frío es lo que necesitas para reforzar tu sistema inmune y ganar energía

Al exponerte al frío, tu cuerpo reacciona y se activan mecanismos como quemar grasa o almacenar energía de manera mucho más efectiva.

Por Marcos López

14 de febrero de 2024 / 17:56

El frío no es tu enemigo y exponerse a él para mejorar. No se trata de correr el riesgo de sufrir una hipotermia, sino de activar los mecanismos, muchos de ellos beneficiosos, con los que cuenta tu cuerpo para combatir el frío. Sobre todo mediante la incineración de grasa parda –la buena, no la grasa blanca que se obstina en amontonarse en cintura y caderas– para evitar la acumulación de kilos.

Pero tu organismo puede sobrevivir perfectamente a temperaturas aún más bajas. Aquí los músculos se contraerán y expandirán para dar calor a los órganos vitales. Se quemará en el proceso hasta cinco veces más reservas de energía que en un estado de reposo. Es lo que ocurre cuando tiritas. Pero no hace falta llegar a este extremo.

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Haz ejercicio en la calle

El corazón responde peor al ejercicio en temperaturas elevadas, incluso templadas, en las que la exigencia del número de latidos por minuto es superior. Y a mayor frecuencia cardiaca, más estrés coronario. También más pérdida de fluidos, principalmente mediante el sudor, pues la temperatura corporal se verá obligada a ascender rápidamente. Pero no ocurre así con el frío, que una vez acostumbrado hará que te resulte más fácil ejercitarte. Te costará menos esfuerzo.

De hecho, se estima que la temperatura idónea para correr al aire libre oscila entre los 3º C y los 10º C. Y para caminar, entre los 8º C y los 18º C. Así que cálzate las zapatillas, o coge la bici, y sal a la calle.

Baja el termostato

También puedes estimular la quema de grasa parda desde el sofá. Para ello, abre la ventana durante 5-10 minutos cada hora. Deja que el aire de la calle refresque la habitación. El objetivo es bajar hasta los 16º C.

Ahora toca bajar la temperatura de tu dormitorio. Si es superior a 22º C no te ayuda a dormir mejor ni a que la quema de energía durante el sueño sea eficiente. Por el contrario, 18º C es suficiente para estimular la incineración de las reservas de grasa buena, y puede llegar a quemarse tantas calorías como en un paseo.

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Date una ducha fría

La piel es el órgano más grande del cuerpo. Está llena de receptores del frío. Aprovéchalo en la ducha: baja gradualmente la temperatura a lo largo de cinco minutos hasta llegar a los 20º C y quédate bajo la alcachofa de dos a tres minutos. El frío activará tu sistema nervioso parasimpático, que empezará a liberar endorfinas que elevarán tu estado de ánimo.

Pero estas duchas también pueden potenciar tus defensas. Aquí hay que dejar que corra el agua fría y aguantar un minuto y medio. En un estudio, las personas que lo hicieron todos los días durante tres meses tuvieron una probabilidad un 29% menor de caer enfermas. Pero hay que ir paso a paso. No te quieres poner azul. Finaliza tus duchas habituales con agua fría. Empieza con 10 segundos e incrementa el tiempo de exposición según te vayas aclimatando. Durante semanas o meses. Lo que necesites.

O un baño gélido

¿Aguantas ya los 90 segundos de ducha fría? Ya estás preparado para una inmersión gélida. Toca bañarse al aire libre en invierno, lo que además de eliminar tu estrés y tu fatiga y mejorar tu memoria disparará la producción por tu organismo de catecolaminas, hormonas que mejorarán de forma inmediata tu estado de ánimo.

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