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Aprendiendo a comunicarnos con asertividad

La asertividad refuerza la autoestima. / Unsplash.

RELACIONES

¿Cómo empezar a expresarte con libertad y sin sentirnos raros o culpables? 7 maneras de mejorar tu asertividad

La forma en la que nos expresamos es determinante para nuestra autoestima, así como para generar relaciones sociales de calidad. Pero... ¿Sabemos priorizarnos sin atacar al otro?

Por Mónica Heras

13 de mayo de 2022 / 08:02

Hablamos de asertividad continuamente, un modelo de comunicación que nos permite expresar lo que pensamos, sentimos y queremos de una forma tranquila, franca y sin atacar o incomodar al otro. Parece fácil, pero no son muchos los que se sienten capaces de hacerlo, incluso se ha llegado a cuestionar si es una una habilidad que se pueda aprender.

Lo cierto es que, aunque a algunos se les da mejor que a otros, es un rasgo que se puede desarrollar, y que una misma persona puede ser asertiva, o no, dependiendo del momento. De aprender a defender nuestro punto de vista y derechos libremente, sin agredir y sin permitir que nos agredan, va a depender nuestra socialización, la capacidad para entablar relaciones saludables, así como el autoconcepto que generemos.

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Comunicarnos desde la asertividad

Resulta que la comunicación asertiva está íntimamente relacionada con la autoestima, la madurez y un buen concepto de uno mismo. Si lo piensas, solo queriéndonos bien seremos capaces de transmitir nuestros deseos y opiniones, con empatía hacia el interlocutor, pero sin olvidarnos de nosotros mismos.

Cuando lo logramos, quiere decir que hemos encontrado un equilibro en nuestra forma de relacionarnos, sin irnos ni a la pasividad ni a la agresividad, lo que se traducirá en una mejor relación interna y con el otro.

Conviene recordar que todos tenemos una serie de derechos fundamentales como seres humanos, independientemente de nuestra raza, religión, sexo, cultura, etc. Sin embargo, también existen los derechos asertivos, algo más sutil y de lo que nadie habla tácitamente, pero que tiene que ver con la capacidad de expresarnos libremente, sin entrar en conflicto con los intereses de los demás.

De esto sabe mucho Olga Castanyer, psicóloga especializada en asertividad y autoestima, y autora de ‘Quiero aprender a expresarme con asertividad’, ‘¿Por qué no logro ser asertivo?’, o ‘La asertividad: Expresión e una sana autoestima’, entre otros.

Modelos de comunicación

Comunicación agresiva. Este tipo de comunicación es típico de personas poco empáticas a las cuales les cuesta conectar con los sentimientos de los demás, por lo que no son capaces de respetar sus ideas o decisiones.

Comunicación pasiva. Aquí, por el contrario, la persona no sabe cómo defender sus intereses, no es capaz de decidir y nunca expresa sus verdaderos sentimientos, ni mucho menos desacuerdo con las opiniones de los demás. A la larga esto les genera un sentimiento de frustración y resentimiento.

Comunicación pasiva-agresiva. La forma en la que se comunican es confusa, errónea. Lo que sucede es que los sentimientos de desacuerdo, los enfados y cualquier emoción incómoda, no se reconoce y mucho menos se expresa directamente.

Comunicación asertiva. En este forma de comunicación somos capaces de expresar nuestras necesidades y puntos de vista, considerando que los del otro son igualmente importantes. Ambas partes se escuchan y se benefician, consiguiendo resolver cualquier conflicto sin necesidad de avasallar.

Cómo practicar la asertividad

Ahora que ya sabemos de qué se trata la comunicación asertiva, vamos a explorar algunas formas de ponerlas en práctica. No se trata de cambiar radicalmente, sino de ir implementando cambios con lo que nos sintamos cómodos hasta conseguir expresarnos como realmente queremos.

1. Empieza poco a poco

Cambiar la forma de comunicarnos de la noche a la mañana, puede resultar abrumador, además de poco realista, pero si empezamos con baby steps, pequeños pasos con los que sí podamos comprometernos, será más sencillo. Por ejemplo, podemos probar a decir no a ese plan que no nos apetece tanto, o a exigir lo que pedimos en un restaurante cuando se equivoquen, de esta forma vamos ganando confianza.

2. El «yo» por delante

Una de las formas más eficaces de expresar emociones sin ofender a los demás, es poniéndonos por delante. En lugar de decir lo que nos molesta del otro, podríamos hablar de cómo nos sentimos ante determinada situación. Un ejemplo sería: «me siento muy cansada como para asumir más responsabilidades».

3. Atentos a la postura corporal

La comunicación no verbal dice tanto, o más, que las palabras, por lo que es importante que cuidemos nuestra postura cuando estamos manteniendo una conversación con alguien. Debemos intentar estar relajados, evitar cruzar los brazos y demostrar apertura fijando la mirada en nuestro interlocutor. De esta forma se sentirá escuchado, tomado en cuenta y, por lo tanto, más receptivo.

4. Objetivos claros para una mayor asertividad

Antes de mantener una conversación, es importante que tengamos claro lo que queremos expresar, así nos resultará más fácil ir al grano y no salirnos del tema principal. Pensemos en un mensaje claro, sencillo, ordenado y breve, destacando los hechos de forma objetiva y evitando caer en emitir juicios del otro.

5. Ojo con la voz

Otra de las cosas a tener en cuenta a la hora de tener una comunicación lo más asertiva posible, es la voz. Debe ser firme y clara, sin gritar y sin que nos tiemble. Puede que al principio esta sea un problema para algunos, porque los nervios hacen que la voz nos falle. La práctica hace al maestro y también son muy eficaces las técnicas de respiración.

6. Manejo de emociones

Es fácil que las emociones tomen el control, sobretodo cuando no estamos acostumbrados a comunicarnos con asertividad, pero hay que intentar manejar la rabia o la tristeza en los momentos clave, detenernos a respirar unos segundos y no ser reactivos. Procuremos describir lo que sucede en lugar de ceder ante insultos y reproches. 

7. Escucha

Por último, es importante que tengamos en cuenta al otro, la asertividad no se trata de tomar una posición hermética y egoista. Asegurémonos de que nos está entendiendo, hagamos pausas para dejarle hablar y preguntemos si hay algo que quiera decirnos.

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