Para qué sirve el Estoicismo, la corriente filosófica de la felicidad en las pequeñas cosas que te quiere dar todas las respuestas

El estoicismo surgió en el siglo III a de C., pero sus enseñanzas resuenan hoy con fuerza. Sus principios pueden aplicarse a la vida diaria, sobre todo en momentos de crisis: céntrate en lo que depende de ti y no trates de controlar aquello que es inevitable. Aceptar que la gran mayoría de situaciones escapan a tu control es, según Epicteto, una de las claves de la libertad interior. ¿Y qué sí puedes controlar? Tu forma de enfrentarte a las diferentes situaciones que te sobrevienen.

Un estoico no se deja llevar por las emociones. Las acepta y asume lo que ocurre con calma y sangre fría. No, no se trata de un comportamiento fácil de llevar a cabo. Pero con ayuda de profesionales puedes aprender a regular tu propia emocionalidad. Pero no confundas regular tus emociones con negarlas y esconderlas, lo que puede traerte consecuencias muy negativas a largo plazo para tu salud mental.

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Antes de hablar del estoicismo actual, es de rigor hacer una aproximación histórica al concepto. En el siglo III a de C., Zenón de Citio fundaba una nueva corriente de pensamiento a la que denominaría estoicismo. Los estoicos de la antigüedad sostenían que, aun cuando no se puede controlar lo que ocurre alrededor, sí se puede controlar la manera en que se lo piensa. Según su doctrina, las personas tienen que ser disciplinadas, autocontroladas y tolerantes, siendo este el único camino para alcanzar una vida armónica y virtuosa.

Qué es el estoicismo

Los fundamentos del estoicismo se pueden resumir en los siguientes puntos:

1. Recuerda que vas a morir: la vida tiene un principio, pero también tiene un final, por lo que hay que disfrutar del momento presente sin dejar nada para después.
2. Reconoce tus errores: equivocarse no es importante pero sí lo es rectificar, buscar soluciones y trabajar en mejorar constantemente. No te centres en el error sino en lo que puedes aprender de él.
3. Nada es bueno ni malo: lo importante no es lo que ocurre, que es inevitable y no se puede juzgar, sino la forma de interpretar y afrontar la situación. Lo importante es comprender lo que ha ocurrido, averiguar qué puedes hacer con esto y aceptar sin dolor lo que no depende de ti.
4. No sufras por lo que todavía no ha sucedido: adelantarte a los acontecimientos es uno de los principales focos de sufrimiento. El estoico no se anticipa a un dolor que quizá no llegue y, si llega, será inevitable.
5. Abraza tu destino: que las cosas no salgan como las tenías planeadas no significa que hayan salido mal. El estoico encuentra un aprendizaje en cada experiencia a priori negativa. Ellos consideran que esas experiencias no son negativas pero tú actitud sí que lo es. Lo bueno es que eso sí depende de ti, y lo puedes cambiar.

Cómo aplicar el estoicismo a la vida diaria

En la actualidad, ser estoico es sinónimo de tener la cabeza fría, es decir, ejercer una actitud de autocontrol ante los avatares de la vida. Los estoicos no se dejan influir por lo que ocurre a su alrededor, algo más fácil de decir que de poner en práctica. Pero que sea difícil no quiere decir que sea imposible.

«Mediante la práctica de la atención plena y el mindfulness, podemos transitar por los distintos momentos desde un estado de mayor regulación y claridad mental«, aconseja la psicóloga Beatriz Galván. Al igual que hacen los estoicos, Galván aconseja «enfocarnos en lo que podemos manejar para afrontar las situaciones desde un estado de más calma».

Controlar las emociones

Otro de los puntos clave del estoicismo es el control de las propias emociones, tanto las negativas, como las positivas. Un estoico no se deja llevar por el dolor ante una situación desfavorable ni manifiesta una alegría incontrolable cuando el hecho es beneficioso. Porque según esta corriente filosófica, ya que no podemos controlar las circunstancias externas, al menos sí podemos regular cómo nos enfrentamos a ellas.

¿Y cómo se hace? «Si entendemos y aceptamos aquello que no está bajo nuestro control, y nos enfocamos en aquello que sí lo está, podemos gestionar nuestras reacciones emocionales de forma más eficaz. Por tanto, no podemos escoger lo que sentimos, pero sí podemos aprender a gestionar nuestras emociones y responder de forma más regulada», aporta Galván.

Estoicismo no es conformismo

Habla mucho de aceptar lo que no está bajo tu control, lo que puede confundirse con conformismo. ¿Un estoico es conformista? ¿No quiere crecer, no quiere desarrollarse? En absoluto, una cosa no tiene que ver con la otra. «Cuando tratamos de manejar aquello que no podemos controlar, esto nos genera sufrimiento y frustración. Mientras que si aceptamos aquello que no podemos manejar, podemos conectar con más calma interior y vivir de manera más plena», dice la experta.

Frustrarte por no poder influir en un hecho que no depende de ti no te hará desarrollarte, sólo sentir dolor. «En lugar de verlo como conformismo, podemos enfocarlo como tratar de hallar más paz interior enfocándonos en las cosas que sí podemos manejar y controlar: nuestros pensamientos y nuestras acciones. Lo que puede llevarnos a una mayor felicidad».

Y este es el modo en el que el estoicismo puede ayudarte a manejar el estrés y la ansiedad, dos problemáticas tristemente presentes hoy en día. Al ayudarte a distinguir lo que puedes controlar de lo que no puedes, te focalizas en lo que sí depende de ti, ayudándote así a potenciar la sensación de capacidad y reduciendo tu ansiedad.

«Al centrarnos en nuestras actitudes y reacciones, podemos disminuir la sensación de impotencia. Además, esta filosofía promueve mantener la calma ante las situaciones difíciles, por lo que el centrarnos en el presente y promover ese estado de aceptación y de calma nos ayudará a manejar las preocupaciones y encontrar mayor serenidad», concluye Beatriz Galván.