Cómo llevar la contraria a los demás sin faltar al respeto y sin que se enfaden

Has escuchado atentamente todo lo que te tenían que decir y no estás para nada de acuerdo. Tu punto de vista es demasiado divergente. Así que se avecina una acalorada discusión. Otra vez. Y es que, dada la importancia de lo que está en juego, no es momento de que te calles tu opinión. Aunque, como ocurre siempre, todos los que están a tu alrededor acaben perdiendo los nervios. Lo que no tiene por qué ser así. Puedes manifestar tu desacuerdo sin que los demás tengan que enfadarse. Te contamos cómo lograrlo.

Da igual si lo que hay en juego es absolutamente trivial. Quieres que las cosas se hagan de otra manera. Más concretamente, a la tuya. Para lo cual tienes que hacerte oír. No mostrando únicamente tu desacuerdo, sino ofreciendo una alternativa. Lo que en realidad enriquecerá vuestra disputa. Y es que en eso consiste el diálogo: en un intercambio de opiniones razonadas. Con respeto mutuo y sin perder los estribos.

TE PUEDE INTERESAR

Las claves de experto para aprender a decir NO sin sentirte culpable

Cómo enfrentarte a los conflictos cuando odias la confrontación y no te gusta discutir

No hay un único punto de vista válido

Como explica Aly Bullock, terapeuta especializada en familias y parejas, «tienes que hacer ver a tu interlocutor que sabes que ha pensado mucho en su perspectiva y que en ningún caso quieres desacreditarlo. Y asimismo, que has hecho lo mismo y has llegado a una conclusión diferente, lo que demuestra que distintas formas de pensar pueden ser completamente válidas».

Escucha atentamente y practica la empatía

En primer lugar, tienes que conocer el punto de vista de tu interlocutor. Para lo cual tienes que escuchar todo lo que dice. Aún más: tienes que preguntarle por las razones que justifican su opinión. Pero deja que termine su exposición. De nada sirve interrumpirle continuamente y mostrar tu desacuerdo a cada cosa que diga si no conoces su idea en su conjunto. Respetad vuestros turnos de palabra y dialogad. Con respeto.

De hecho, el respeto es la clave que cualquier diálogo o negociación. Hay que evitar sugerir que la otra parte, como apunta Aly Bullock, «es cerrada de mente. Es mejor aludir a que, basándote en tu experiencia, tienes que estar en desacuerdo. Y asimismo, que tiene todo el sentido del mundo que tenga una opinión diferente en base a sus propias experiencias».

Busca puntos en común y aprende del otro

Vuestro desacuerdo es sólo parcial. Como vuestros acuerdos: según transcurra la conversación os daréis cuenta de que tenéis muchos puntos de vista en común. Y estos deben ser resaltados y ampliados. Los valores u objetivos comunes muestran un respeto mutuo y abren la puerta a un diálogo constructivo. Centraros en vuestros acuerdos para arreglar vuestros desacuerdos.

Recuerda: no hay una única manera de pensar. Así que los desacuerdos deben verse no como una amenaza, sino como una oportunidad para aprender y conocer nuevas perspectivas. No hay que ponerse a la defensiva y que el diálogo se convierta en una discusión. Hay que ser curioso e interesarse por los puntos de vista ajenos. Lo que fortalecerá vuestro vínculo, vuestra relación.

Mantén la mente abierta

Una vez más, evita soltar una frase tan contundente como «no voy a cambiar de opinión» que haga que tu interlocutor se cierre en banda y se enfade. Por el contrario, indica Aly Bullock, «dale a entender que estás en desacuerdo con lo que ha expuesto, pero que estás seguro de hay mucho más que puedes aprender de él. Aunque ahora no sea el momento y retoméis la conversación otro día».

Desacuerdos irreconciliables: cambia de tema

Cuando expresas tu opinión, aun divergente, de una forma civilizada no le estás faltando el respeto a nadie. De hecho, refiere Aly Bullock, «que muestres tan abiertamente tu desacuerdo con tu interlocutor es una señal de respeto. Es una muestra de que merece tu opinión honesta y de que confías en él lo suficiente como para mostrarle tu yo auténtico. En realidad tiene que tomárselo como un cumplido». Házselo saber.

Tampoco merece la pena acalorarse gratuitamente. ¿Te has juntado con tu familia y estáis hablando de política? Nadie parece querer escuchar a los demás, ni buscar los puntos en común ni aprender nada. Todo el mundo se ha vuelto a gritar y el respeto campa por su ausencia. Quizás el tema es demasiado escabroso. Ha llegado el momento de cambiar de asunto: no todos los desacuerdos se resuelven de forma satisfactoria para todas las partes.