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Fotograma de Mare of Easttown, con la protagonista en psicoterapia

En la mayor parte de psicoterapias, el paciente y el terapeuta se sientan cara a cara. FOTO: HBO Max.

SALUD MENTAL

Cuál es la diferencia entre ir al psicólogo e ir al psquiatra: para qué sirve cada una de sus terapias y cuál es mejor en cada caso

Aunque ir a sesión de terapia ya no es una rareza, sigue existiendo cierto desconocimiento alrededor de las diferentes modalidades y técnicas que existen. Conocerlas es clave antes de pedir cita.

Por Cristina Martín Frutos

26 DE NOVIEMBRE DE 2024 / 17:21

La salud mental es un tema que nos preocupa más que nunca. Decir en público que vas a al psicólogo es cada vez más frecuente. Del mismo modo que verlo como parte de series de televisión o películas: ya no es sólo Woody Allen quien se tumba en el diván para enfrentarse a sus demonios. Los últimos estudios demuestran que las psicoterapias son una parte más de nuestra vida.

Según un informe de la Fundación Mutua Madrileña, más de un 26% de la población (unos 12 millones) acuden a un especialista en salud mental. Un porcentaje que superaba tímidamente el 5% en el año 2017. Otro dato: nueve millones de españoles buscan en Internet información sobre psicoterapias, de acuerdo con un reciente estudio de la empresa de análisis de datos Facctory.

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La doctora Carme García Gomila, psicoterapeuta y psicoanalista desde hace más de tres décadas, lo expresa claramente. «La epidemia de enfermedades mentales que ya anunciaba la OMS a principios del milenio ha llegado». El problema es que, pese a todo, seguimos un poco perdidos al hablar de salud mental. Es cierto que, poco a poco se ha ido sustituyendo la frase «voy al psicólogo», por la más acertada «voy a terapia». Pero aún es difícil encontrar a alguien que sepa distinguir la modalidad terapéutica a la que acude. Y, sobre todo, si es la que realmente le conviene. Por eso, y como sostiene la doctora en su libro La guía de las psicoterapias (Arpa Edit.), conviene tener unos aspectos claros antes de cerrar cita para la primera sesión.

La conversación, la esencia de cualquier psicoterapia

Antes de entrar en las diferencias entre las modalidades, cabe destacar que todas las psicoterapias tienen algo en común: la conversación. «No importa cuál sea la técnica. Todas se basan en la relación entre un especialista y quien necesita su ayuda a través de la palabra», sostiene la autora. El otro aspecto esencial a cualquier modalidad es que «favorecen o propician una toma de conciencia por parte del paciente de algunas de sus dificultades en actos, conductas, emociones…» Es así como consiguen ayudar a esa persona. Además, añade en su libro García Gomila, el propio paciente «puede llegar a interiorizar actitudes que resulten tranquilizadoras o realmente curativas».

¿Psicólogo o psiquiatra?

El primer punto básico cuando se quiere buscar un apoyo terapéutico es tener claro el tipo de profesional que se necesita. Los psiquiatras son licenciados en Medicina que, tras pasar el MIR, han realizado una formación específica de entre cuatro y cinco años relacionada con salud mental. Su experiencia se relaciona sobre todo con diagnóstico psiquiátrico y tratamiento farmacológico. El psicólogo, por su parte, tras estudiar el grado se especializa como psicólogo general sanitario (de apoyo en la sanidad pública) , clínico o psicoterapeuta. A diferencia del anterior, no puede recetar psicofármacos.

Sesión de psicoterapia online de la serie Web Therapy
Las sesiones de psicoterapia online crecieron a raíz de la pandemia. FOTO: fotograma de Web Therapy.

Junto a ellos, en La guía de las psicoterapias se menciona también a los psicoanalistas, formados, evidentemente, en la disciplina del psicoanálisis, creada por Freud. Ellos escuchan sentados detrás del paciente –que se tumba en un diván– y va hablando de forma menos dirigida que con un psicoterapeuta. Lo ideal es tomárselo como un tratamiento intensivo de al menos tres sesiones semanales de 45 minutos. En estos encuentros se analizan conductas repetidas, pensamientos, emociones y, en ocasiones, se bucea en el inconsciente y el pasado para facilitar su resolución.

La corriente cognitivo-conductual

Si bien podemos encontrar psicoterapeutas cognitivos y otros conductuales, lo habitual es que combinen ambas corrientes. «Como conductistas estudian el comportamiento que puede observarse o percibirse, dejando de lado el subconsciente o las emociones», explica la psicoanalista. Por otro, añaden conceptos de la psicología cognitiva que les permiten valorar también pensamientos, creencias, ideas… De modo que prestan atención a lo objetivo y a lo subjetivo. Eso sí, siempre desde una perspectiva empírica y con parámetros científicos.

Además, y aunque la conversación protagonice gran parte de la sesión, se enseñan técnicas y estrategias (respiración, relajación, control de pensamientos, etc…) para manejar problemas. En ocasiones también se completa con ejercicios por escrito, lecturas, registros de pensamientos… Actualmente es la psicoterapia más popular y extendida en nuestro país y la que cuenta con mayor eficacia reconocida para abordar problemas de ansiedad, obsesivos, de pareja, etc.

OTROS TEMAS WELIFE

Otros tipos de psicoterapias

En la guía de la doctora García Gomila se recogen muchas otras corrientes. «Las terapias sistémicas pretenden ir más allá de los sucesos para ver los patrones de interacción y sus estructuras subyacentes», afirma. Por ejemplo, si una persona tiene depresión no sólo se tratan sus problemas de forma aislada, sino que también se abordan dentro del conjunto de su sistema (familia, amigos, compañeros de trabajo…). De modo que estos psicoterapeutas prefieren dejar de lado las teorías o los análisis para centrarse en patrones de comportamiento y actuar desde ahí.

Por su parte, la psicología humanista , que carece de un cuerpo teórico, se fundamenta en estudiar el crecimiento de la persona y su bienestar. «En ella entran diversas propuestas, consideradas menos científicas –ya que aparecen cuestiones esotéricas, religiosas, filosóficas, artísticas…– que buscan abordar mejor la persona incluida su dimensión espiritual«, aclara la autora. Aquí se engloban la bioenergética, centrada en la energía sobre el cuerpo y mente; las constelaciones familiares o la terapia Gestalt, que se centra en el presente y el desarrollo personal.

Pero la cosa no se queda aquí. Terapias de aceptación, metacognitivas… O técnicas menos clásicas, como la programación neurolingüística (PNL) y la musicoterapia. En conclusión, un abanico prácticamente inabarcable y que, en ocasiones, el profesional de la salud mental puede combinar a su gusto para sacar el máximo partido. Lo importante es que, como dice la autora, sea cual sea el camino elegido conduzca hacia una vida más plena y equilibrada.

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