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Que nadie, ni siquiera la ciencia, te diga cómo tienes que sentirte por una mera cuestión de edad./ Foto: Pexels.
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Un nuevo estudio identifica los 47,2 años como la edad promedio a la que las personas se sienten más infelices e insatisfechas. Pero no es verdad: la crisis de la mediana edad es un mito.
Por Marcos López
13 DE MAYO DE 2024 / 17:30
Los 40 son los nuevos 30. O como tanto se dice últimamente, los nuevos 20. Puede que incluso mejores en muchos aspectos. Alcanzada la mediana edad, ya se han dejado atrás muchas de las incertidumbres que afloran en la juventud. No sólo el proyecto vital marcha a toda máquina, sino que la experiencia acumulada facilita, y mucho, la superación de los obstáculos que aparecen todavía por el camino. Pero también hay puntos negativos. Tanto físicos, pues la capacidad de recuperación del organismo es menor, como mentales. Es la etapa en la que aparece la famosa «crisis de la mediana edad».
Esta crisis, explica la doctora Maike Neuhaus, «puede manifestarse con sentimientos intensos de insatisfacción, inquietud y cuestionamiento del significado y propósito de la vida». Un deterioro del estado anímico que según las últimas evidencias sería totalmente real. De hecho, hasta ponen fecha para su pico máximo. Pero también hay buenas noticias. Superado este bache, que en realidad supone una oportunidad, la sensación de felicidad no para de crecer.
David Graham Blanchflower, profesor de Economía de la Universidad Dartmouth, ha analizado en un estudio los datos recopilados en 132 países tanto industrializados –entre ellos, España– como en vías de desarrollo, con el objetivo de evaluar la sensación de bienestar –o de infelicidad– de la población global a diferentes edades.
Tras tomar en consideración distintos factores, caso de la educación, del estado civil o de contar (o no) con un empleo, los resultados son contundentes: exactamente, la edad promedio a la que las personas se sienten más infelices se establece en 47,2 años.
El nuevo hallazgo contradice los alcanzados en otras investigaciones, como la llevada a cabo por David G. Myers, profesor de Psicología en la Facultad Hope. Estas concluyen que, a pesar de la creencia generalizada, no existe una etapa de la vida que pueda considerarse más feliz o satisfactoria. O lo que es lo mismo, menos infeliz. Lo que tira por tierra los «mitos» del peor estado de ánimo que se presenta durante la adolescencia –a causa del estrés– o la edad avanzada. También el de la crisis de la mediana edad. Pero, ¿esto es realmente así?
No es cierto que cualquier tiempo pasado fuera mejor. De ser así no se comprendería que, según el profesor Blanchflower, la felicidad decaiga progresivamente hasta los 47,2 años para luego volver a remontar. Tampoco que el ánimo se derrumbe según avanzan los 40. Los sentimientos que definen la crisis de la mediana edad, recuerda la doctora Neuhaus, «también pueden ser los de la crisis del cuarto de vida. O los de cualquier crisis emocional en cualquier etapa vital. No se encuentran, ni mucho menos, ligados a la edad».
Tampoco hay que tener (demasiado) en cuenta lo que piensen los demás. Una encuesta publicada recientemente por el Practice Plus Group revela que, a ojos de la «generación Z», esto es, los nacidos entre 1997 y 2012, una persona es considerada como «vieja» cuando avanza en sus 50. Más concretamente, al cumplir los 57. Lo que, obviamente, niegan los propios implicados. De hecho, los nacidos entre 1946 y 1964 –los consabidos «baby boomers»– consideran que los 60 son los nuevos 40 dado que se cuidan más y llevan un estilo de vida más activo que cuando transitaban en la mediana edad.
Aquí está la clave. En cuidarse para disfrutar de una buena salud física y mental. A cualquier edad. También en los 40, en los que de aparecer la famosa crisis «uno tiene que reflexionar sobre su pasado y utilizarlo para crear un futuro más brillante; tomarse su tiempo y tomar decisiones que le hagan sentirse bien; y establecer nuevos objetivos y aspiraciones para ese nuevo capítulo de su vida», apunta la doctora Neuhaus.
Se trata, en definitiva, «de redefinir el éxito según los términos de cada persona. Sin importar la edad». Que nadie, ni siquiera la ciencia, te diga cómo tienes que sentirte. Sea cual sea la fecha de nacimiento que ponga en tu DNI.
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