
Algunas mujeres que deciden explorar su sexualidad en solitario o con nuevas parejas, a menudo redescubren su deseo. FOTO: Fotograma de Un asunto familiar (Netflix).
Cuando no apetece…
Ni la pérdida de deseo en menopausia es universal ni se pasa sola cuando aparece
Cada vez se habla más de cómo cambia la vida sexual en esta etapa. Pero no es un síntoma sino una suma de factores que se puede cambiar.
7 DE AGOSTO DE 2025 / 14:02
Del mismo modo que los sofocos fueron hasta hace poco el síntoma por excelencia de la llegada a la menopausia, cada vez se habla más de la pérdida de deseo en esta etapa. No es algo que se cuente de primeras en una cena con amigos. Pero en cuanto hay un poco de confianza, se cuela en la conversación: es algo que existe, que está ahí, y que muchas mujeres toman como otro síntoma más. Sin embargo, no tiene por qué ser así.
«Es un error pensar que la pérdida de libido es una realidad universal e inevitable en la menopausia. Si bien es cierto que muchas experimentan cambios en su deseo sexual durante esta etapa, no es una regla inamovible», defiende Cristina Pérez, psicóloga de la Clínica HLA Vistahermosa, del grupo ASISA. ¿Por qué entonces hasta el 84% de las mujeres ve afectada su vida sexual en esta etapa?
Del cansancio al malestar, un origen multifactorial
La respuesta no es nada sencilla. Digamos que estos cambios existen y son bastante frecuentes. Pero la clave es saber que ni tienen un origen únicamente hormonal ni son una consecuencia directa de la menopausia. Como coinciden los expertos, la pérdida de deseo en esta etapa tiene una explicación multifactorial. «De hecho, a menudo algunos factores son más determinantes que los cambios hormonales en sí mismos. El estrés, la ansiedad, el cansancio crónico y la falta de sueño pueden tener un impacto devastador en el apetito sexual a cualquier edad, y la menopausia no es una excepción», subraya la psicóloga.


Además, en esta etapa vital muchas mujeres lidian con otras transiciones: con hijos pequeños; con hijos que se van de casa; con cuidado de padres mayores, cambios en la imagen corporal, replanteamiento profesional… «Todo esto puede generar una carga mental y emocional significativa, que naturalmente resta energía y foco a la sexualidad».
Evidentemente, la disminución de estrógenos tiene también algo que decir en todo esto. Su caída puede influir en la lubricación vaginal y la elasticidad de los tejidos. Lo que, a su vez, puede generar sequedad e, incluso dispareunia (dolor durante las relaciones). Y, por ende, conducir a una disminución de la libido por el mero hecho de evitar el malestar.
¿Menopausia o problemas de pareja?
Otro aspecto destacable al abordar los cambios en la sexualidad a partir de los 45 o 50 años es la pareja. Por un lado, es bastante frecuente encontrarse con que las mujeres con relaciones largas y estables afrontan mejor la situación. La confianza y la comunicación parecen tener la respuesta. Pero, por otro lado, este tipo de parejas pueden caer en situaciones de monotonía, falta de interés o aburrimiento. «En muchas ocasiones lo que se resiente es la calidad y la diversidad de la vida sexual dentro de la pareja», concuerda la experta de ASISA.
Es más, no es raro encontrarse que cuando una mujer decide explorar su sexualidad en solitario o con nuevas parejas, a menudo redescubre su deseo. «Esto sugiere que el problema no es intrínseco a la menopausia, sino que puede estar más relacionado con la rutina, la falta de comunicación, la escasez de novedad o la disminución de la intimidad emocional en las relaciones de larga duración. La sexualidad es dinámica y requiere atención y creatividad, independientemente de la edad», reflexiona Cristina Pérez.
Cómo trabajar la pérdida de deseo…
Sea cual sea la causa, la psicóloga de ASISA asegura que la pérdida de deseo «se puede y se debe trabajar si genera malestar o insatisfacción». En su opinión, lo más eficaz es sumar varias para conseguir un buen resultado:
- Educación e información. Entender lo que sucede en el cuerpo y desterrar mitos es el primer paso.
- Comunicación con la pareja. Hablar abierta y honestamente sobre lo que se siente, lo que se desea y lo que no, es fundamental.
- Exploración y autoconocimiento. Animar a las mujeres a reconectar con su propio cuerpo, a explorar qué les da placer, tanto solas como con su pareja. Esto puede incluir la autoestimulación o el uso de juguetes sexuales.
- Cambio de rutinas. Introducir novedad en la vida sexual, probar cosas nuevas, cambiar escenarios, o incluso planificar encuentros sexuales para darles la importancia que merecen.
- Foco en la intimidad no coital. No toda la sexualidad gira en torno a la penetración. Caricias, besos, masajes y otras formas de intimidad pueden mantener la conexión y el placer en general y especialmente si hay mayor sequedad y molestia.
- Gestión del estrés y el bienestar general. Practicar ejercicio físico, técnicas de relajación, asegurar un buen descanso y tener una alimentación equilibrada son pilares básicos para el bienestar y, por ende, para el deseo.
- Terapia sexual. Si la situación persiste y genera malestar, acudir a un sexólogo puede ofrecer herramientas y un espacio seguro para explorar las causas y encontrar soluciones personalizadas.
… pero, solo si se quiere
Pese a todo, Cristina Pérez insiste que si la mujer está cómoda y satisfecha con la frecuencia o el tipo de relaciones sexuales que mantiene, no hay ninguna razón para «trabajar» en ello. «La sexualidad es una parte de la vida que debe ser fuente de placer y bienestar, no de obligación o presión. No hay una norma sobre cuántas relaciones sexuales se deben tener».
Lo que sí recuerda es que si la libido se ve afectada en esta etapa no se terminará pasando solo. «El deseo no aumentará espontáneamente si no hay cambios en la situación que lo provoca. Sin embargo, si la mujer se siente bien con ello, no hay que ponerse manos a la obra. La clave es la satisfacción personal. Si en algún momento futuro su perspectiva cambia y siente la necesidad de más deseo o actividad sexual, entonces será el momento de explorarlo y buscar soluciones», concluye.
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