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mujer probándose ropa mientras mira su barriga

La menopausia puede provocar un ligero incremento de peso que se suele concentrar en la cintura y el abdomen. Foto: Getty Images.

SALUD HORMONAL

El dilema de la meno belly, ¿es mejor aceptar la barriga de menopausia que combatirla?

A partir de los 40 o 45 años, el cuerpo de la mujer empieza a cambiar. El aumento de tripa es uno de los reflejos más claros que, además, esconde riesgos para salud. Manejarlo es tan clave como asumirlo.

Por Cristina Martín Frutos

21 DE NOVIEMBRE DE 2024 / 17:32

«La menopausia me ha convertido en una desconocida. Me ha hecho engordar, me ha despojado de mis formas y me ha vuelto extraña. A veces me miro al espejo y no me reconozco…» Son palabras de Rosa Montero en su libro La ridícula idea de no volver a verte, con tintes autobiográficos. Precisamente esta cita abre uno de los capítulos de Mujeres sin reglas, escrito por la doctora Matilde Gómez, dedicado a los cambios corporales en menopausia. «Es un tema peliagudo porque si ya le tenemos miedo a ser viejas, no digamos a ser viejas y estar gordas», escribe la ginecóloga, miembro de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM).

En realidad, para ser exactos, la menopausia no engorda. No es una causa directa como tal. Lo que sucede, como explica Gómez en su libro, es que altera la distribución de la grasa, la composición corporal y la sensación de hambre. Esto tiene un claro reflejo: la conocida como meno belly o barriga de menopausia. Ya que la mayor parte de esos cambios se materializan, al menos en lo que se ve, en un aumento del perímetro abdominal. Es lo que lleva a muchas mujeres en esta etapa a lamentarse, como hace la propia Rosa Montero, de que no se reconocen en el espejo.

Cambios hormonales y aumento de peso

Raquel Bernácer, dietista y nutricionista experta en menopausia, atribuye el origen de la meno belly a una «tormenta perfecta». «En ella se combinan cambios hormonales, estilo de vida y un momento vital que suele ser estresante para la mujer (cuidado de hijos, de padres, avance profesional…)». Empecemos por las hormonas. «Durante la transición a la menopausia pasamos de un estado estrogénico a otro más androgénico», apunta Bernácer. Es decir, al disminuir los estrógenos, el cuerpo se encuentra, por un lado, con que, proporcionalmente, tiene más testosterona libre. Esta hormona masculina estimula la acumulación de grasa, especialmente en la zona abdominal. Por otro, la pérdida de estrógenos supone una disminución de la masa ósea y muscular. Matilde Gómez lo ilustra en cifras. «La menopausia te hará subir un 6% de masa grasa mientras que pierdes un 0,5% de masa magra (muscular). El balance final será un aumento del 3,6% de tu peso previo, es decir, unos tres kilos de diferencia, pero no mucho más».

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Lo curioso es que ese incremento se suele concentrar en la tripa. En ese conocida como meno belly o barriga de menopausia. «La mujer pasa de tener una figura más ginoide, con acumulación de sus reservas de grasa en muslos, piernas y caderas, a otra más masculina, con esa grasa en la zona abdominal», señala la nutricionista. Pero el problema de esta nueva realidad no es estético. O al menos, no únicamente. Lo más importante es su relación con la salud.

Cuando la meno belly mide más de 88 centímetros

El verdadero riesgo de la meno belly reside en que puede esconder una acumulación de grasa visceral, la que se encuentran alrededor de los órganos. Entre sus consecuencias más peligrosas, la aparición de hígado graso, desencadenar una inflamación crónica de bajo grado e incrementar el riesgo metabólico. «A su vez, esto se traduce en un aumento del riesgo de diabetes tipo 2, de resistencia a la insulina, de aumento de colesterol…», enumera Bernácer. En definitiva, un cóctel peligroso para la salud que va más allá de subir un par de tallas.

De hecho, la Fundación Española del Corazón insiste en que la grasa acumulada en la zona abdominal es un factor de riesgo cardiovascular más importante que el exceso de peso. Por ello, la medida de la cintura es tan importante. La OMS establece el valor máximo saludable del perímetro abdominal en 88 centímetros (102 cm para el hombre). «Por encima de esa medida, la grasa de la cintura –los michelines– ya no se quedan de la piel, sino que empiezan a acumularse alrededor de las vísceras, donde pasa a ser peligrosa y casi imposible de eliminar», advierte la doctora Gómez.

Cómo y por qué controlar la barriga en menopausia

Por tanto, las expertas lo tienen claro. No se trata tanto de luchar contra la indeseada barriga como en controlar la grasa visceral.  Romper ese círculo vicioso es complicado. Para empezar porque la parte relacionada con las hormonas no se puede modificar –a no ser que se trate de una paciente que reciba terapia hormonal–. «Por eso, para manejar la meno belly hay que centrarse en la alimentación, el descanso, el ejercicio y la gestión del estrés«, aconseja la nutricionista.

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La dieta cobra especial relevancia. Bernácer identifica los errores más frecuentes. Como tomar poca proteína o repartirla mal (debe estar presente en desayuno, comida y cena); picar entre horas o demonizar los hidratos de carbono. «Hay que ser estratégica con ellos: bajar la cantidad un poco, mejorar su calidad e intentar consumirlos cuando entrenemos», aconseja. Asimismo, comer poco puede ser contraproducente. «Al hacerlo, el cuerpo entra en situación de estrés, de modo que el cerebro no deja perder esa grasa porque cree que la necesita». Por supuesto, el alcohol, el azúcar y los ultraprocesados deberían limitarse a niveles mínimos o, a ser posible, desaparecer por completo.

El momento de reconciliarse con el espejo

Si bien las expertas insisten en la importancia de controlar la meno belly, también coinciden en otro aspecto: hay que aceptarla. Reconciliarse con la nueva figura que nos devuelve el espejo. Huir de ese pensamiento que plasmaba Rosa Montero en su libro. Porque el cuerpo cambia con el paso del tiempo. «Muchas veces vemos en redes mujeres en menopausia que están estupendas, y es fantástico, pero hay que pensar que quizá se dedican a entrenar o tienen un cocinero privado. El resto de las mortales vamos a tener la tendencia de acumular un poco de grasa y perder un poco la forma», recuerda Raquel Bernácer. Y añade, «la clave está en no desesperarse y seguir cuidándose». Puede que la talla nunca vuelva a ser la misma, pero la salud tiene que mantenerse muchos años más.

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