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Cuanta más grasa marrón tengas, más fácil te resultará quemar calorías. / Foto: Freepik.

Alimentación

Así es la dieta de la grasa marrón que te permite quemar más calorías de forma saludable

El doctor James R. Lyons propone un plan que combina dieta y ejercicio con el que, asegura, en cuatro semanas puedes cambiar la grasa amarilla por grasa marrón.

Por María Corisco

12 de abril de 2024 / 13:15

Seguro que tienes en tu entorno a alguien que come cuanto quiere, sin reparar en grasas o azúcares, y mantiene la misma figura de años atrás. Puede desayunar porras, tomarse a las once un pincho de tortilla, comer lasaña, merendar con cruasanes y rematar el día con una hamburguesa doble sin que esa orgía hipercalórica le haga ganar un solo gramo de peso. “Es mi metabolismo”, te dirá, y lo cierto es que puede que tenga razón. Puede que la clave esté en que tiene mucha más grasa marrón que tú (y que la mayoría de las personas).

En realidad, todo el mundo tiene grasa marrón, pero lo habitual es que sea en muy pequeñas cantidades. Se trata de un tipo de grasa que hace lo contrario de lo que se podría esperar: en lugar de almacenar el exceso de calorías, las quema. Y, mientras los recién nacidos tienen grandes cantidades, pues les sirve para regular su temperatura corporal y mantenerse calientes, en los adultos esa presencia suele ser residual. Se pierde esa ventaja.

No obstante, a medida que se avanza en el conocimiento de sus mecanismos, se ha descubierto que es posible transformar la grasa amarilla (esa de la que están hechos tus michelines) en grasa marrón. O, al menos, activar ese remanente que aún conservas para que sea más eficaz al quemar calorías.

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La dieta de la grasa marrón

Es la tesis que defiende el doctor James R. Lyons, cirujano plástico y ex instructor clínico en la Universidad de Yale. En su libro The Brown Fat Revolution (La revolución de la grasa marrón) da las claves de lo que podría llamarse la dieta de la grasa marrón.

Lyons ha diseñado un plan que combina dieta y ejercicio encaminado a revertir la grasa amarilla, “que te envejece y te hace estar más flácido”, por la grasa marrón, “que es buena, saludable y mantiene tu cuerpo joven y firme”.

Así es el plan de cuatro semanas

Estas son las claves del programa de Lyons:

  • Carbohidratos y proteínas: se alternan tres días de carbohidratos y tres días de proteínas “con el fin de ayudar a reducir el apetito, equilibrar los niveles de azúcar en sangre y obstaculizar la producción de grasa amarilla”.
  • Un día a la semana puedes comer lo que quieras (manteniendo el sentido común).
  • Hacer seis comidas pequeñas cada día. Según Lyons, es menos probable que tengas hambre o comas en exceso si comes porciones varias veces al día. Además de estas seis comidas, la dieta contiene suplementos vitamínicos y/o minerales diarios.
  • Antes y después: debes planificar dos de estas seis comidas en torno a la actividad física. Se trata de hacer una comida antes y otra inmediatamente después del ejercicio para “mantener el metabolismo en equilibrio”.
  • Lo que comas ha de ser preparado desde cero. Es decir, no hay cabida para los precocinados.
  • Alimentos permitidos: en los días de carbohidratos, están permitidos los cereales, panes y pastas integrales, así como las frutas ricas en hidratos de carbono o las verduras con almidón, como las patatas, así como grasas saludables (aguacates y aceite de oliva). En los días de proteínas puedes comer carne magra (pollo) y pescados. Te permite tomar café y una copa de vino.
  • Alimentos prohibidos: todos los procesados, así como edulcorantes, conservantes, colorantes y saborizantes.
  • También entrenamiento: el plan que propone Lyons consta también de un programa de ejercicio físico, en el que se incluyen ejercicios para el core y, muy importante, entrenamiento con pesas. No es necesario dedicarle más de 30 minutos al ejercicio.

¿Qué puedes esperar de la dieta de la grasa marrón?

Lo cierto es que no hay suficiente evidencia científica como para poder afirmar que, mediante este plan, vayas a transformar tu grasa en una central térmica capaz de quemar las calorías, y menos todavía en un plan de tan solo cuatro semanas.

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Es verdad que se ha demostrado en estudios -con animales- que el frío, el ejercicio y la alimentación pueden aumentar la actividad de la grasa parda y promover su formación a expensas de la grasa blanca. Sin embargo, en humanos, la evidencia es más limitada y aún se necesita más investigación para comprender completamente la capacidad del cuerpo para convertir la grasa blanca en grasa parda.

También se ha especulado que ciertos compuestos dietéticos, como el resveratrol (que se encuentra en el vino tinto), los polifenoles del té verde y el ácido ursólico (que se encuentra en las manzanas), podrían tener el potencial de aumentar la actividad de la grasa parda. Una vez más, es necesario avanzar en el estudio para ver si se pueden confirmar estos efectos y comprender cómo pueden integrarse en estrategias efectivas para la pérdida de peso y el control metabólico.

En cualquier caso, una dieta como la que propone Lyons, en la que se eliminan los alimentos procesados, se reducen las grasas saturadas y se hace ejercicio, puede ser eficaz para cambiar hábitos poco saludables. No obstante, la alternancia de días con proteínas y días con carbohidratos puede tener consecuencias para personas con determinadas patologías, por ejemplo la diabetes.

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