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Dejarse mucho tiempo un bañador mojado puede favorecer la aparición -o repetición- de infecciones como la cistitis o la candidiasis./Foto: Getty.
SALUD HORMONAL
La bajada de estrógenos provoca alteraciones en la microbiota, la mucosa y el pH vaginal, lo que favorece la aparición de estas infecciones. Que, por cierto, se incrementan un 50% con el calor.
13 de julio de 2024 / 08:30
Resulta muy difícil encontrar a alguna mujer que no haya pasado por algún tipo de infección genitourinaria. La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) estima que el 75% ha sufrido algún episodio a lo largo de su vida. Es más, estos problemas representan el 20% de las consultas en ginecología. Lo llamativo es que muchas de estas mujeres no se enfrentan a tales molestias hasta que se adentran en el climaterio. De hecho, como confirma el doctor Carlos Romero, del servicio de Ginecología de HLA Santa Isabel y HLA Ramón y Cajal (Sevilla), del grupo ASISA, la cistitis y la candidiasis en menopausia son bastante frecuentes.
Para pocos será una sorpresa descubrir que detrás de esta alta recurrencia se encuentran las hormonas. «Los estrógenos juegan un papel crucial en la salud de los tejidos vaginales y urinarios. Con su disminución, la mucosa de la zona se adelgaza y se vuelve más seca, lo que reduce su capacidad de actuar como barrera protectora contra las infecciones», explica. Además, añade, «los cambios hormonales pueden también afectar a la respuesta inmune local, reduciendo la capacidad del cuerpo para combatir dichas agresiones».
Otro de los factores de riesgo más importantes en esta etapa está relacionado con los cambios en las bacterias. Por un lado se produce una alteración del pH vaginal. «Este aumenta, creando un ambiente menos ácido que favorece el crecimiento de bacterias patógenas y disminuye la presencia de lactobacilos beneficiosos. Lo que se traduce en tener más posibilidades de padecer infecciones del tracto urinario, como la cistitis, o de favorecer el crecimiento de hongos como la Candida», apunta el doctor Romero.
Por otro lado, el microbioma vaginal también se modifica. Según el ginecólogo, se reduce de forma especial la cantidad de lactobacilos, «que, en condiciones normales, ayudan a mantener un entorno vaginal saludable». Tanto estas alteraciones en la flora como en la mucosa forman parte del síndrome genitourinario de la menopausia. Un conjunto de síntomas y signos que afectan a la función vaginal, urinaria y sexual y que incluyen sequedad, ardor, irritación, urgencia o frecuencia urinaria, dolor durante el coito o mayor susceptibilidad de padecer infecciones.
Si bien en ciertas ocasiones la cistitis y la candidiasis en menopausia pueden ir unidas, es importante diferenciar ambas patologías. En primer lugar, cuando hablamos de cistitis hablamos de una infección de vías urinarias de origen bacteriano (el E.coli causa el 80% de casos). «Se manifiesta con la necesidad frecuente y urgente de orinar; dolor o ardor al hacerlo y molestias en la parte baja del abdomen», resume el doctor Carlos Romero. Por su parte, la candidiasis vaginal se produce por la proliferación del hongo Candida. «Sus síntomas comprenden picazón e irritación; flujo vaginal espeso y blanco; hinchazón de la vulva y enrojecimiento…».
Sin embargo, en el caso de las mujeres en menopausia, cuando se producen las ya mencionadas alteraciones de la flora, la mucosa o los tejidos, puede generarse una especie de círculo vicioso entre ambas infecciones. El ginecólogo de ASISA menciona otras condiciones que pueden también provocar una conexión entre cistitis y candidiasis. «El uso de antibiótico para tratar la infección del tracto urinario puede alterar el equilibrio de la flora vaginal, permitiendo que el hongo Candida crezca sin control», apunta. Otro escenario común: las personas con un sistema inmunológico debilitado.
Aunque la bajada de estrógenos es un factor de riesgo destacable, en verano hay que sumar otros que llevan a un notable incremento de estas condiciones. De hecho, la SEGO sostiene que en esta época los casos crecen hasta un 50%. ¿Por qué? «Las altas temperaturas y la humedad favorecen la proliferación de bacterias y hongos», aclara el doctor Romero. Además, sostiene, «la deshidratación puede concentrar la orina, aumentando la irritación y el riesgo de infección».
Otro aspecto está relacionado con el incremento de las relaciones sexuales durante las vacaciones. No es que sean un motivo, pero las mujeres tienen una uretra más corta que facilita el acceso de bacterias a la vejiga cuando se practica sexo. Si a todo ello, le sumamos una situación de menopausia, el caldo de cultivo está servido. A modo de prevención, el especialista recomienda, por tanto, mantener una buena hidratación y una higiene adecuada, pero tampoco excesiva (ni perfumes, ni duchas vaginales…). «Asimismo, es mejor evitar la ropa ajustada y optar por prendas de algodón y secar bien las áreas genitales después de nadar y salir del agua«, aconseja.
Si nos centramos en la cistitis y candidiasis en menopausia, la prevención juega un papel fundamental. Los estrógenos tópicos son una de las herramientas más eficaces para mantener la salud de la mucosa vaginal y uretral en condiciones óptimas. ¿Qué más pueden hacer estas mujeres? «Mantener la zona hidratada y unos hábitos de higiene adecuados», sugiere el ginecólogo. Y también recuerda que es importante controlar los niveles de glucosa en casos de diabetes, especialmente de cara a evitar la proliferación de Candida. Con respecto a tratamientos profilácticos, que se adelanten a su aparición, hay antes que decidir si se trata de episodios recurrentes o de repetición. «Algo que se considera así cuando se presenta al menos tres veces en un año o dos en seis meses».
En esos casos, se podrían prescribir, como explica el experto de ASISA, «dosis bajas de antibiótico durante un tiempo prolongado o vacunas y autovacunas que estimulan el sistema inmunitario contra las bacterias específicas». En cuanto al uso de probióticos, existe evidencia de su eficacia para prevenir ambas infecciones y restablecer el equilibrio de la flora vaginal y urinaria. «Las cepas más recomendadas para la salud vaginal son lactobacillus rhamnosus GR-1 y lactobacillus reuteri RC-14; siempre en productos con alto número de bacterias viables», señala el ginecólogo. E insiste en que, en cualquier caso, la prevención y tratamiento de la cistitis y la candidiasis en menopausia siempre deben ser personalizados y bajo la supervisión de un profesional de la salud.
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