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Planificar el viaje en pareja puede evitar discusiones./ Foto: Marco Bottigelli (Getty).

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Por qué discutes tanto con tu pareja en vacaciones: cómo evitar el divorcio a la vuelta

Pasar tanto tiempo juntos puede deteriorar la relación durante los meses de descanso. Repasamos todas las pautas que podemos seguir para evitar que el periodo vacacional acabe en una ruptura.

Por María Corisco

19 de julio de 2024 / 08:31

Las vacaciones son un deporte de riesgo. Y no por el hecho de que vayas a practicar puenting, escalada o pesca submarina, sino porque es el momento en el que pasas más tiempo con tu pareja, a menudo fuera del marco habitual en el que habéis creado vuestras rutinas y pactos de convivencia. Toca ajustar tiempos y espacios, ponerse de acuerdo en pequeños y grandes detalles y, sobre todo, compartir muchas horas del día.

“Salir de la rutina y convivir 24/7 cuesta, y mucho”, señala la coach Sonia Díaz Rois, que recuerda que, según las estadísticas tanto del Consejo General del Poder Judicial como del Instituto Nacional de Estadística, “septiembre es el mes en el cual más procedimientos de divorcio se inician en España, seguido de enero y abril, que coinciden con las vacaciones de Navidad y Semana Santa”.

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Las vacaciones son, pues, un momento que pone a prueba la fortaleza y debilidades de la relación, porque cualquier pequeño contratiempo puede desencadenar un enfado. Viajes que se complican, planes que se tuercen, convivencia full time… “Son situaciones que pueden sacar lo peor de nosotros y afectar a nuestras relaciones con los que más queremos”, afirma la experta.

¿Por qué es tan fácil discutir en vacaciones?

Las razones de que las discusiones se multipliquen en vacaciones pueden ser muy diversas. Si bien en cada relación habrá matices diferentes -llevas contigo no solo tu equipaje físico, sino también la mochila emocional-, la experta señala que hay una serie de potenciales fuentes de conflicto que conviene identificar y tener en cuenta:

  • Expectativas elevadas y no realistas. Durante las vacaciones, las parejas suelen tener expectativas altas sobre la cantidad de disfrute y la calidad del tiempo que van a pasar juntos. “A veces idealizamos tanto las vacaciones, y esperamos que sean tan perfectas, que cuando las cosas no salen como queremos, nos frustramos”. Este sentimiento de decepción puede facilitar las discusiones y el rencor.
  • Cambio de rutinas y roles. En el día a día, las parejas tienen rutinas y roles establecidos que ayudan a mantener el equilibrio. Durante las vacaciones, estas rutinas cambian y los roles pueden volverse confusos, lo que puede generar tensiones.
  • Estrés por planificación y logística. “Organizar viajes, pagar alojamientos, lidiar con las multitudes… Las vacaciones pueden ser un evento muy estresante, especialmente si no se planifican bien. También los gastos extra pueden generar tensiones, especialmente si ya existen problemas económicos previos”. Este estrés puede aumentar la irritabilidad y la probabilidad de conflictos.
  • Falta de tiempo y espacio personal. Durante las vacaciones, las parejas pasan juntas más tiempo de lo habitual y a menudo carecen de espacio personal, lo que puede terminar abrumando. “Pasar tanto tiempo juntos, sin las rutinas del día a día, puede aumentar las tensiones y sacar a la luz problemas que antes pasaban desapercibidos. Además, compartir espacio con personas que no conocemos bien, como amigos y familiares, exige adaptarse a sus hábitos y preferencias. Si ya cuesta una simple comida familiar, imagina estar un mes entero en formato encuentro navideño… ¡y encima con calor!”, apunta la coach.
  • Fatiga y desgaste físico. Las vacaciones a menudo implican actividades físicas adicionales, cambios en los horarios de sueño y adaptaciones a nuevos entornos, lo que puede causar fatiga y reducir la paciencia, incrementando las probabilidades de discusiones.
  • Diferentes intereses y deseos. Las vacaciones también pueden sacar a la luz diferencias en intereses y deseos que no se notan tanto en la vida diaria. Por ejemplo, tú puedes querer relajarte mientras tu pareja prefiere actividades intensas.

Aprende a evitarlo

Si ves que cada año se repite la misma historia, explica Díaz Rois, “lo ideal sería haber invertido en un proceso de autoconocimiento para aprender a gestionar las emociones, especialmente el enfado. Poder identificar tus propios detonantes puede marcar la diferencia: ¿Qué situaciones me hacen enfadar? ¿Cómo me comporto cuando estoy enfadado? ¿Qué puedo hacer diferente?”.

En este sentido, explica que hay herramientas de gestión para calmar los nervios cuando afloran sin más, como pueden ser “técnicas de respiración, atención plena, empatía, comunicación asertiva… Estas herramientas te ayudan a gestionar mejor tus emociones, a calmarte y a expresar lo que sientes de una manera sana y adaptativa, en lugar de reaccionar impulsivamente y crear conflictos», dice la experta. Y nos da algunas pautas útiles:

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  • Comunicación clara y abierta: Hablar sobre las expectativas, deseos y posibles fuentes de estrés antes y durante las vacaciones puede ayudar a mitigar conflictos. “Ser honestos y realistas ayuda a evitar decepciones. Prepararse para lo peor esperando lo mejor puede ser un buen plan, así evitaréis sorpresas desagradables y sabréis cómo actuar en caso de imprevistos”.
  • Planificación conjunta: “Planificar el viaje con antelación y repartir las responsabilidades de manera equitativa puede reducir el estrés significativamente”. Si los dos os involucráis, os aseguráis de tener en cuenta las necesidades y deseos de ambos. “Si eres tú el responsable único de la planificación, compartir la información antes del viaje puede evitar malentendidos y aliviar parte de la tensión”.
  • Tiempo personal: Asegurarse de que cada persona tenga tiempo para sí misma puede ayudar a reducir la sensación de estar abrumado y aumentar la paciencia y la tolerancia. “Dedicar tiempo para uno mismo y relajarse ayuda a reflexionar y a fortalecer las relaciones. Aprovechar el tiempo extra para practicar la mejor versión de ti mismo, promoviendo un clima de diálogo, empatía y respeto mutuo, puede marcar la diferencia”.
  • Flexibilidad: Dado que fuera de la rutina diaria controlamos menos factores, “es esencial estar dispuesto a ceder ante los cambios que puedan surgir. La flexibilidad y la capacidad de adaptación son claves para disfrutar del viaje a pesar de los imprevistos.

Como conclusión, la experta recuerda que “las vacaciones deberían ser un momento para disfrutar y relajarse, no para aumentar el estrés y los problemas. Si en lugar de solo pensar en “desconectar” y huir de los problemas, decides “conectar contigo mismo”, podrás hacer algo para evitar que las mismas situaciones se repitan en el futuro”.

 

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