Cómo dejar de sentirte solo, aunque estés rodeado de gente y no tengas amigos

No importa que ya no haya lugar para más números en tu agenda. Que rebose de contactos que en muchos casos consideras amigos. De hecho, y salvando la época de tu infancia, en la que todo niño era un potencial camarada, nunca habías contado con tantas amistades. Pero por paradójico que resulte, por muchos contactos que sumes a tu listado, no dejas de sentirte solo. Cada vez más solo. Pero no te preocupes. La sensación de desconexión con tus allegados, si bien común, tiene fácil solución. Te contamos cómo dejar de sentirte solo. Tengas los amigos que tengas.

Elena Jiménez, especialista en Psicología Clínica, explica que «la soledad no se trata únicamente de estar físicamente solo. Por el contrario, se trata de sentirse invisible o desconectado de los demás, incluso en aquellas situaciones en las que uno está rodeado de gente».

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No tienes tiempo para ver a tus amigos

Que una persona tenga muchos amigos no garantiza que se sienta acompañado. Según un estudio de la Universidad del Estado de Colorado, los estadounidenses adultos afirman tener una media de cuatro o cinco amigos, relegándose la población que no cuenta con ninguno a únicamente un 4%. Pero incluso entre los que sí los tienen, cuatro de cada diez reconocen no sentirse tan cercanos a sus amistades como les gustaría. O lo que es lo mismo, se sienten solos. Y tienen razones para ello: pasan mucho tiempo en soledad.

El dato que ofrecen los investigadores es demoledor: las horas semanales que el estadounidense medio puede disfrutar en compañía de sus amigos se han reducido a la mitad en tan sólo una década. De seis a tres. Una pérdida que tratan de compensar con el contacto digital. Y no es lo mismo.

Los encuentros se han sustituido por mensajes

Las relaciones hay que cuidarlas. Lo que no resulta (tan) fácil en un mundo como el actual, con su ritmo de vida absolutamente frenético. En el que, por mor de unas agendas sumamente apretadas, mandan las relaciones digitales. Un mensaje de WhatsApp o un post en redes sociales. Avanzando un futuro encuentro que raramente llegará a producirse. «Y esta ausencia de contacto presencial dificulta que se logre una auténtica conexión emocional. De no lo ser ya, acabaréis siendo dos extraños que se cruzan mensajes», apunta la experta.

Estar con tus amigos te hace más feliz

Además de como la hormona de la felicidad, la oxitocina ha sido bautizada como la hormona del amor y la amistad. No en vano, su liberación genera sentimientos de confianza, empatía y conexión emocional. Lo que puede lograrse con un simple abrazo que no obtendrás recurriendo a las nuevas tecnologías. Pero aún hay más.

La doctora Lauren Cook, psicóloga clínica especializada en el tratamiento de la ansiedad y autora de ‘Generation Anxiety: A Millennial and Gen Z Guide to Staying Afloat in an Uncertain World’ (ed. Harry N. Abrams), destaca que «la oxitocina, el principal neuroquímico relacionado con los vínculos y las relaciones, no se libera únicamente mediante el tacto, razón por la que las madres están tan conectadas con sus bebés. También se libera cuando se escuchan las voces de los demás. Lo que no ocurre en caso de leer un mensaje o un correo electrónico».

Dos amigos de verdad son más que suficientes

Así que tienes que quedar (más) con tus amigos. Sin esperar a que se presente una ocasión especial y recurriendo a cualquier tema trivial, caso de una anécdota, para superar los silencios incómodos que probablemente aparecerán en vuestros primeros reencuentros. Y de no poder veros en persona, no dudes en llamarlos por teléfono para fortalecer vuestra relación. Empezando por aquellos con los que guardas mayor afinidad. No es necesario, ni conveniente, que trates con todos los contactos de tu agenda.

De hecho, no hace falta tener, como aspiraba Roberto Carlos en su canción, un millón de amigos. Para ser feliz basta con contar con un par de personas a las que poder llamar en mitad de la noche para que te ayuden a solventar un problema y dejes de sentirte solo. O, sencillamente, para que te levanten un ánimo que ha tocado fondo. Pero, una vez más, no esperes a derrumbarte para hacer la llamada. Como concluye Elena Jiménez, «limitar tu contacto a las situaciones en las que requieres auxilio es interés, no amistad». Tan sólo lograrás que, más temprano que tarde, te acaben mandando a paseo. Por el contrario, disfruta de su compañía siempre que te sea posible. En persona.