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Hay aspectos en la relación que pasan desapercibidos por la rutina./ Foto: Pierre Cardin.
Salud mental
Las riñas se convierten en la norma y el hogar se transforma en un campo de batalla. Tu relación está en el filo de la navaja. Te contamos cómo evitarlo.
Por Marcos López
8 de febrero de 2024 / 17:03
No hay ninguna pareja que no discuta. Por mucho amor y cariño que se profesen, por muy compenetradas que estén, es imposible que dos personas piensen exactamente igual. Siempre habrá situaciones en las que sus puntos de vista no coincidan y tengan que llegar a un acuerdo. O lo que es lo mismo, que tengan que recurrir a un diálogo más o menos animoso, lo que es muy sano para la relación.
El problema llega cuando las riñas se convierten en la norma, cuando el hogar se transforma en un campo de batalla. El diálogo, antes sosegado, ha dado paso a los gritos y el respeto brilla por su ausencia. Reducís vuestros encuentros a los mínimamente necesarios: os evitáis. No dejes que pase. Y si crees que tu relación se encuentra en el filo de la navaja, recuerda: todo tiene solución. Te contamos cómo lograrlo.
Cuando comenzasteis la relación sentías la necesidad de contarle a tu pareja todo lo que te pasaba. Cualquier cosa, por nimia que fuera, valía como excusa para escuchar su voz. Pero ya hace tiempo que no es así, y ni recuerdas cuando empezó a molestarte ese pequeño gesto que, con los años, te ha sacado de quicio. De hecho, da igual lo que tu pareja diga o haga: siempre valdrá como detonante para iniciar una discusión.
No tengas miedo a comentarle a tu pareja aquellos gestos o acciones que no son totalmente de tu agrado. Por pequeños que sean, o se acumularán como una bola de nieve que lo arrasará todo. Siempre de forma respetuosa. Una discusión no es más que un diálogo que se ha ido un poco de las manos. Además, explica Elena Jiménez, psicóloga clínica, «esta comunicación tiene que ser recíproca: no te tomes las objeciones que te haga tu pareja como un ataque personal. Solo está buscando mejorar vuestra relación».
Te pasas el día recogiendo la ropa que deja tirada por toda la casa. Y a ello sumas que siempre te toca hacer la compra y la mayoría de las tareas de la casa. Recuerda: es importante que le comuniques a tu pareja tu descontento, que lo habléis en un tono relajado y sin perder el control. Pero pasa una semana, o un mes, y todo vuelve a su cauce. El dormitorio parece una exposición de su ropa y la nevera está vacía. Estás a punto de explotar.
Nadie es perfecto, así que la clave está en lidiar con las «imperfecciones» de tu pareja. O más bien, en enterrarlas bajo sus fortalezas. Quieres una pareja que sea atenta, cariñosa y divertida el 100% del tiempo, incluidos aquellos días que le han venido «torcidos». O dicho de otra manera, buscas una persona absolutamente perfecta. Pero no existe.
Aquí la experta destaca la importancia de la regla 80/20: si consideras que tu relación es satisfactoria en un 80% de las ocasiones, debe llegar para compensar ese 20% en el que no resulta tan óptima. Sé exigente, pero como indica un estudio de la Universidad de Melbourne, también realista.
Te levantas de la cama y, como teletrabajas desde casa, no consideras necesario tener que ducharte. Ni siquiera peinarte. Además, tanto tu pijama como tus zapatillas son cómodas y calentitas, por lo que parecen un atuendo adecuado para pasar el día. ¿Dónde está el problema? ¿Quién te va a ver? Pues tu pareja.
En vuestros inicios, hacías todo lo posible para que tu pareja te viera atractivo. Pero con el paso de los años te has ido descuidando. ¿Cómo quieres despertar su pasión si no te importa tu propia imagen? Cuídate. La apariencia física, concluye un trabajo de la Universidad Tecnológica de Queensland, es muy importante para que la chispa no se acabe extinguiendo. Demuéstrale que te importa.
Todo era motivo de celebración. ¿Un mes juntos? ¿Un año? ¿Dos? Siempre hubo un amigo o familiar que se empeñó en que no duraríais, pero el tiempo os daba la razón. Sin embargo, el próximo aniversario está a la vuelta de la esquina y, la verdad, no te importa lo más mínimo. Incluso tienes miedo a que tu falta de interés sea la mecha para un nuevo (y merecido) reproche.
Como apunta Elena Jiménez, «no hace falta esperar a que llegue una fecha señalada: todo momento es bueno para compartirlo con tu pareja». Tampoco hay ninguna necesidad de tirar la casa por la ventana. Salid a cenar. Acompaña a tu pareja en su paseo y comentad cómo os ha ido el día. Haz que se sienta especial.
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