
Procurarse todos los días pequeños gestos de cariño ayuda a las parejas a potenciar su vínculo y reducir la brecha emocional. FOTO: escena Normal People.
Mente
Qué es el síndrome del compañero de piso que arruina las parejas que llevan mucho tiempo juntas
Hay parejas que siguen viviendo juntas por mera rutina. Cuyos miembros, que eran amantes, se han convertido en amigos que viven vidas paralelas. Pero es muy fácil darle la vuelta a la situación.
Por Marcos López
26 DE MAYO DE 2025 / 17:30
Hay parejas que, extinguida la chispa que alimentaba su pasión, continúan juntas sumidas en una tediosa monotonía. Que aunque siguen compartiendo techo, ya no viven una relación romántica, sino de mera amistad. Así sucede en el denominado síndrome de compañero de piso, en el que los que eran amantes se mantienen unidos por la rutina, no por el amor. Pero no está todo perdido. De hecho, es muy fácil revertir la situación.
Shannen Barry, coach especializada en parejas, apunta que «este síndrome se produce cuando los miembros de una pareja se sienten más como compañeros de piso que como parte de una relación romántica. Aunque vivan bajo el mismo techo, su chispa se ha apagado, por lo que su vínculo se siente más como una rutina que como una auténtica relación».


Cada vez hacéis menos cosas juntos
Las parejas que padecen este síndrome comparten techo, pero no viven juntas. Sus rutinas, actividades de ocio e, incluso, grupos de amigos, son diferentes. Lo que causa un progresivo distanciamiento de los amantes que, por ende, cada vez pasan menos tiempo juntos. Como si, más allá de los encuentros para alimentarse o compartir por obligación un espacio físico, como sería el sofá para ver la televisión o el lecho, vivieran vidas paralelas. Como hacen los compañeros de piso.
El sexo brilla por su ausencia
Es cierto que todas las parejas pasan por momentos en que sus relaciones sexuales, en sus comienzos tan fogosas y espontáneas, brillan por su parquedad, cuando no por su ausencia. Pero en el caso del síndrome del compañero de piso, la escasez, más bien la nulidad, de encuentros íntimos no es transitoria, sino que se ha convertido en la norma. El sexo se ve como una obligación. No existe un auténtico deseo, y todo gesto cariñoso, como sería un beso o un abrazo, se siente forzado –y a veces, molesto.
No habláis de nada realmente importante
Mantener una comunicación abierta y sincera, como ha demostrado la Universidad de Bucarest, es absolutamente esencial para disfrutar de una relación romántica saludable. Lo que no sucede en el caso del síndrome del compañero de piso. De haberlas, como indica Shannen Barry, «las conversaciones se vuelven rutinarias y giran en su mayoría en torno a las tareas domésticas, las facturas y los horarios. Además, los miembros de la pareja pasan más tiempo viendo la televisión o el móvil que interactuando entre sí».
Lógicamente, esta evitación de diálogo hace que no afloren las discusiones. Lo que lejos de resultar positivo, imposibilita que se traten los temas difíciles. Incluido el sentir de los «amantes» con la relación. Su frustración por vivir una situación que les resulta insatisfactoria.
Cómo darle la vuelta a la situación
Pero no todo son malas noticias. Como refiere Shannen Barry, «este síndrome no tiene por qué ser permanente. Tan sólo tenéis que pasar tiempo de calidad juntos, compartir el afecto que en su día os unió y probar cosas nuevas. ¡Un poco de esfuerzo ayuda mucho!».
Más concretamente, y además de procurarse todos los días pequeños gestos de cariño, como sería un beso o un abrazo, para potenciar su vínculo y reducir la brecha emocional, se recomienda que las parejas que han caído en el síndrome compartan experiencias que ayuden a reconstruir la cercanía emocional. Dejando siempre los móviles en un cajón.
Compartid vuestros sueños
También es importante escuchar activamente a la pareja. Dejar que exprese sus pensamientos y sentimientos sin interrupciones ni juicios, lo que ayudará, y mucho, a fortalecer vuestra conexión. E igualmente, marcarse un objetivo conjunto. Pues las relaciones a largo plazo pueden caer en la rutina cuando no hay una visión compartida. Es el momento de sentarse y de hablar sobre vuestros sueños, tanto individuales como de pareja. Tener algo por lo que luchar juntos reavivará vuestra relación.
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