
El tráfico, el diseño de las calles y el turismo masivo convierten a Barcelona en una de las ciudades más ruidosas de nuestro país. FOTO: Pexels.
PLANETA
Vivir con contaminación acústica: descubre las ciudades más ruidosas de España
Barcelona, Málaga, Madrid o Bilbao ostentan este negativo récord, un problema que deriva en importantes trastornos del sueño, tal y como desvela un informe realizado por el Observatorio DKV de Salud.
20 DE ENERO DE 2025 / 11:01
Somos un país ruidoso. Lo dicen los hechos: en general, hablamos a un volumen bastante alto; nos gusta el jolgorio; en los restaurantes y cafeterías no reina precisamente el silencio… Pero lo dicen también las cifras. No en vano, España es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el segundo país más ruidoso del mundo. Únicamente nos supera Japón. Más allá de las múltiples molestias que genera la contaminación acústica, estamos ante un fenómeno relacionado con el bienestar y, sobre todo, la salud. En concreto, se trata del segundo factor más importante en la aparición de enfermedades ambientales, sólo por detrás de la contaminación del aire.
Existen muchos más datos para reflexionar sobre este enemigo aparentemente invisible. Como que en Europa se estima que la exposición a largo plazo al ruido ambiental causa 12.000 muertes prematuras al año (1.00o de ellas, en nuestro país). O que ese ruido provoca trastornos importantes del sueño a más de seis millones de personas. Estas son algunas de las preocupantes realidades que recoge el informe Ruido y Salud, realizado por el Observatorio DKV de Salud y Medioambiente en colaboración con Gaes y Ecodes.


Muy pobladas y también muy ruidosas
Resulta evidente que los entornos que registran mayores niveles de contaminación acústica son los urbanos. Además, suele darse una correlación directamente proporcional entre la población y ese ruido. De hecho, según el informe de DKV, cinco de las ciudades más ruidosas de España se encuentran también entre las más pobladas. Barcelona, Málaga, Bilbao, Madrid, Sevilla y Valencia ocupan los primeros puestos. Por ejemplo, más del 90% de los malagueños y bilbaínos están expuestos a niveles sonoros perjudiciales para la salud.
El tráfico rodado es, sin duda, una de las principales fuentes de este panorama. Un estudio llevado a cabo por el Instituto de Salud Global de Barcelona alerta de que cerca de 60 millones de adultos europeos están sometidos a niveles de ruido generados por vehículos que afectan negativamente a la salud. A los que hay que sumar otros 11 millones que soportan molestias por esta misma razón. La electrificación del parque de vehículos puede mitigar estas cifras, así como otras soluciones que, poco a poco, van tomando las grandes ciudades.
Hace más de una década, el ayuntamiento valenciano asfaltó parte de la calzada urbana con pavimento fonoabsorbente para reducir el impacto acústico del tráfico en un 75%. Mientras que, como se recoge en Ruido y Salud, en Madrid han apostado por modificar los ejes de calzada, ampliar aceras o instalar barreras acústicas. De hecho, las directrices europeas instan a reducir en un 30% el número de personas afectadas por los sonidos del transporte de aquí a 2030. Sin embargo, según el informe de DKV, «no ha perspectivas de lograr este objetivo, incluso con la implementación de este tipo de medidas.
El sonido del ocio
Pese a todo, el tráfico no es, ni mucho menos, el único culpable. El ocio nocturno se sitúa como otro de los grandes originarios de contaminación acústica en las ciudades españolas. «En nuestro país se identifica la alegría con un jolgorio ruidoso. Hay un gran respeto a la libertad de causar ruido innecesario y poco reconocimiento del derecho humano al silencio», lamenta Víctor Viñuales, cofundador de Ecodes. A diferencia del ruido de los coches o motos, el del ocio se concentra en picos muy altos durante las noches y, especialmente, en fines de semana.

El turismo, las brigadas de limpieza nocturna o el mal diseño urbano -con calles estrechas y poca vegetación- tampoco ayudan. Algo que provoca que casi un 22% de los españoles, según el INE, sufra estas molestias. Por su parte, las fábricas, el tráfico aéreo o el ferrocarril provocan una afectación mucho más concreta: con radios de acción limitados y durante el día. Junto a estos agentes contaminantes externos hay que sumar algunas costumbres sociales. «Vivimos con mucho ruido individualizado«, sostiene Viñuales. «El reinado del móvil implica, como un daño colateral adicional, muchas horas de solitaria audición de música con una intensidad que mengua la calidad de nuestro órgano auditivo», añade. Como dice el doctor Daniel Bernabeu, «es igual de peligroso 100 dB de un motor de avión que 100 dB de una sinfonía de Mozart».
Los riesgos de vivir con contaminación acústica
Lo primero que uno piensa al referirse a los efectos del ruido es la salud del oído. No en vano, es la consecuencia más directa. «La suma de pequeños traumatismos por la exposición continuada al ruido y la consiguiente acumulación de lesiones mecánicas en cada uno de ellos desemboca en el deterioro y muerte de las células ciliadas internas y externas, responsables de la audición«, señalan los autores del estudio de DKV. No siempre se llega a la pérdida auditiva, pero signos como los tinnitus (acúfenos o sonidos internos) o la dificultad para escuchar sonidos agudos o distinguir una conversación en un sitio ruidoso pueden ser pistas de un problema que afecta a las relaciones sociales, el rendimiento académico e, incluso laboral.
Pero el alcance de la contaminación acústica va mucho más allá. Los efectos más reconocidos por la OMS son las alteraciones del sueño, las enfermedades cardíacas y las molestias intensas que derivan en episodios de estrés, angustia o ansiedad. «El ruido afecta a la salud a través de diferentes mecanismos biológicos y hormonales. Muchos de ellos tienen que ver con su carácter de factor de estrés agudo o crónico, aumentando los niveles de cortisol y favoreciendo procesos inflamatorios y oxidativos», resumen desde el Observatorio DKV de Salud y Medioambiente.
Cómo favorecer el silencio
Quienes viven en alguna de las ciudades mencionadas sabrán de sobra que no es fácil escapar del constante runrún urbano. El cofundador de Ecodes propone algunas acciones para menguar ese ruido innecesario. «Cambiar las ventanas para mejorar el aislamiento; rediseñar el modelo de movilidad en las ciudades y la propia configuración de las calles y las plazas, donde con frecuencia no hay vegetación que amortigüe el ruido; repensar el planeamiento urbano de modo que se alejen los aviones de las viviendas; renovar las paredes y el techo de los establecimientos en los que pasamos mucho tiempo, como las oficinas, los bares; cambiar los hábitos personales… Muchas cosas. Unas corresponden a la política pública, otras tienen que ver con la difusión de tecnologías adecuadas, otras remiten al cambio cultural».
En cualquier caso, el solo hecho de ser consciente de por qué el ruido es nuestro enemigo abre una primera puerta al deseado silencio. Shhhhh….
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