
Si todos comemos menos carne, evitamos el coche y tenemos menos hijos podemos reducir hasta en un 90% nuestras emisiones. FOTO: Pexels.
Lifestyle eco
Hazte vegetariano, deja el coche y ten menos hijos si quieres luchar contra el cambio climático
El progreso es una fábrica de calor. El hombre tiene más poder destructor que meteoritos, volcanes o el propio sol. El periodista Miguel Ángel Criado analiza cómo podemos evitar la debacle medioambiental.
Por Carol López
06 DE OCTUBRE DE 2024 / 08:28
Mediterráneamente. No es el eslogan de una marca de cervezas ideado en una agencia de publicidad hipster con el objetivo de arrasar en las terrazas de los bares a la hora de las cañas. Es la forma en la que tenemos que acostumbrarnos a vivir –al menos, en lo que al clima se refiere– según el periodista Miguel Ángel Criado.
El clima y el paisaje tal y como son ahora están cambiando para siempre, y lo que hoy conocemos va a desaparecer y no volverá. Es el punto de partida de Calor. Cómo nos afecta la crisis climática (Editorial Debate). El dato no admite discusión, de hecho Criado –periodista especializado desde hace más de una década en contenidos de medio ambiente y cambio climático– lo plantea ya en la introducción: “El verano se está alargando –dice–. Los últimos cinco años han sido los más cálidos de la historia reciente”. La primavera se adelanta, el otoño tarda cada vez más en llegar.


No es algo inédito. “Desde que acabó el último periodo glacial o Edad del Hielo hace 11.600 años, el clima ha ido siendo paulatinamente más cálido”, dice Criado. Hubo “sequías que derribaron imperios” por las hambrunas provocadas por la escasez de cereal. También hubo cambios climáticos óptimos, como la bonanza de temperaturas que encumbró a Roma. “Tras varios siglos con el frío en máximos, el termómetro acompañó a los romanos, a sus legiones y a su cultura en su propagación por tres continentes”.
El hombre, fábrica de calor
La diferencia, según Miguel Ángel Criado, es que en el pasado este cambio “sólo estaba al alcance de fuerzas tan poderosas como volcanes, glaciaciones, cataclismos, meteoritos o el propio sol. Pero hemos llegado a un punto en que los humanos somos los protagonistas, los actores decisivos de este cambio”, lamenta.
La vida moderna, sobre todo en el siglo XX, ha traído consigo avances que han supuesto todo un atentado ecológico, climático y medioambiental. Por ejemplo el clorofluorocarbono, el gas que enfriaba los frigoríficos, dispersaba el desodorante en spray o aislaba las discotecas. Un prometedor producto del progreso que, sin embargo, era un auténtico devorador del ozono. “El caso de estos gases es un aviso y una lección de esperanza”, dice Miguel Ángel Criado. “Estaban ocasionado un boquete de tal calibre en la capa de ozono que nos protege de la radiación, que la Organización de las Naciones Unidas se apresuró en aprobar el Protocolo de Montreal que prohibe su fabricación y uso”.

El ejemplo de cómo las sociedades se pusieron de acuerdo contra el uso de gases de efecto invernadero es, según el periodista, “esperanzador”. Quedan otras cuentas pendientes. El metano que emiten las vacas, el nailon que se utiliza para fabricar medias, los aceleradores de partículas o la tecnología que se emplea en medicina para los rayos X, son, por citar sólo algunas cosas, “una bomba climática”.
La venganza de la naturaleza
Miguel Ángel Criado lamenta que ya no suele encontrar mariposas cuando sale al campo, y que las golondrinas tampoco se dejan ver cuando mira al cielo. “En vez de aparearse, tienen que dedicarse a protegerse del sol para sobrevivir”. También están sufriendo los rigores del clima ranas, tritones, salamandras, el urogallo… Muchas especies se van extinguiendo.
La España vaciada se va a vaciar aún más. “En muchos pueblos y zonas rurales del sur o centro de la Península no habrá agua. Y esto no sólo significa no poder beber, sino también que cultivar el campo se convertirá en una tarea imposible y que habrá cada vez más incendios, más virulentos y más frecuentes”, advierte.
Tierras abandonadas, especies extinguidas para siempre, incendios todo el año… Para quienes quieran no ser partícipes de la debacle ecológica, el autor expone las tres medidas más eficaces para reducir el impacto de nuestras emisiones y reducir nuestra huella en el cambio climático.
Primera medida: hazte vegetariano
Una sola vaca puede emitir tantos gases como un coche a lo largo de un año. Y hay más de 1.300 millones de cabezas de ganado bovino en el planeta, casi tantas como parque móvil. Los herbívoros son emisores de metano. Para extraer energía de la hierba que pastan disponen de una potente microbiota –bacterias, hongos, virus y protozoos– que llevan a cabo procesos bioquímicos que dan lugar al metano exhalado por los animales. “Este gas es responsable de hasta el 25% del calentamiento global actual”, indica el experto.

Según la FAO la ingesta mundial de carne sigue aumentando, algo que refleja la indiferencia política y el desconocimiento social respecto a los perjuicios medioambientales de la industria cárnica. Hace falta informar y educar. Reducir el consumo de productos animales, mejorar las condiciones de la industria ganadera y reducir el uso de fertilizantes en la producción agrícola es básico para proteger la biodiversidad de los ecosistemas, reducir los gases de efecto invernadero, evitar la deforestación y prevenir potenciales pandemias.
Segunda medida: deja el coche
El coche es el ingenio creado por el hombre que por sí solo más contribuye al calentamiento del planeta. “El CO2 que emiten los vehículos movidos por combustibles fósiles derivados del petróleo supuso en 2022 el 71,6% del total de emisiones, muy por delante del gas metano (21%). En la actualidad circulan por el planeta más de 1.500 millones de vehículos.
Si la automoción continúa democratizándose a este ritmo, pronto “no habrá atmósfera para tanto CO2”, advierte el experto. Afortunadamente, la tendencia es que en los países desarrollados y en mercados tan enormes como el chino “los motores alimentados con petróleo serán historia en apenas tres décadas”. Si las emisiones de CO2 empiezan a bajar podríamos aspirar a la neutralidad climática. O, lo que es lo mismo, emitir tanto CO2 como la Tierra es capaz de absorber.

Esta neutralidad es imprescindible para evitar que la temperatura media aumente por encima de los 2º con respecto a la época preindustrial, un compromiso que se firmó en 2016 en el Acuerdo de París. Mantener el calentamiento global por debajo de esos 2º es imprescindible para evitar el deshielo de los casquetes polares, salvaguardar los ecosistemas marinos, preservar la biodiversidad de la fauna y la flora, evitar la desaparición de los arrecifes de coral, garantizar el rendimiento de los cultivos (especialmente en África subsahariana, el sudeste de Asia y América Central y del Sur) y frenar los incendios forestales, las olas de calor y la propagación de especies invasoras por todo el planeta.
Tercera medida: ten menos hijos
Tener un hijo menos –sobre todo en los países ricos– es otra de las medidas más eficaces para reducir las emisiones, “aunque exige grandes cambios en el estilo de vida occidental”, advierte Criado. Está calculado: cada niño que nace aporta a lo largo de su vida 941 toneladas métricas de dióxido de carbono a la atmósfera, tanto como las emisiones de toda la vida útil de 524 coches. Tener un hijo menos en un país rico reduciría la huella de carbono de su padre y madre entre 7,8 y 58,6 toneladas al año cada uno.
Así, la decisión de renunciar a una familia más numerosa tiene un impacto mucho mayor sobre la reducción de las emisiones que no viajar en avión, pasarse a las energías renovables, usar coche eléctrico o compartido, lavar siempre en agua fría, reciclar o usar bombillas de bajo consumo.
Sumadas todas estas acciones –“todas ellas factibles”, anima el periodista– podríamos reducir hasta en un 90% nuestras emisiones. “No las de las grandes empresas, ni las de las cementeras, ni las de las energéticas. Tampoco las del vecino. Las nuestras”. Con la esperanza de no llegar a ese horizonte apocalíptico de tierras abandonadas, deforestación, deshielo, especies extinguidas para siempre, incendios todo el año… Y calor. Cada vez más calor.
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