Mis padres me han pasado sus miedos: cómo superar el trauma transgeneracional

Una crianza completamente neutra es prácticamente imposible. Los padres tienen unos pilares morales, unas creencias y unas formas de actuar frente a diferentes situaciones que, quieran o no, transmiten a sus hijos. Otro aspecto que se suele transmitir a los hijos a través de la crianza son los miedos de los progenitores, sobre todo aquellos tan viscerales que son difíciles de reprimir. Esto tiene un nombre y es trauma transgeneracional, que hace referencia a cómo las experiencias traumáticas y sus efectos se transmiten a través de las generaciones.

Esta herencia tiene consecuencias directos en las siguientes generaciones, por eso los psicólogos lo denominan trauma intergeneracional. Y las tienen tanto a nivel fisiológico como emocional. Esto se relaciona con cambios epigenéticos que pueden ocurrir en respuesta al trauma. Según explica la psicóloga experta en trauma Beatriz Galván, estas situaciones pueden alterar la expresión genética, y pueden influir en la salud y la conducta de las siguientes generaciones.

Los efectos del trauma de los padres en las siguientes generaciones

Así es cómo el trauma sufrido por una generación puede tener efecto en las generaciones siguientes, según especifica Beatriz Galván:

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1. Desregulación emocional: las personas descendientes de aquellas que han sufrido trauma, pueden tener dificultades para gestionar sus emociones, con posibles respuestas desproporcionadas o desajustadas.

2. Mayor reactividad del sistema nervioso autónomo: también pueden tender más a la respuesta de lucha/huida (incluso en situaciones no amenazantes). Esto puede expresarse mediante síntomas como ansiedad, estado de alerta y problemas de control emocional.

3. Mayor sensibilidad al estrés: el trauma puede cambiar la manera en que el sistema nervioso autónomo regula la respuesta al estrés, lo que afecta al equilibrio entre el sistema simpático (que prepara al cuerpo para la acción) y el sistema parasimpático (que promueve la calma y la recuperación). Las siguientes generaciones pueden tener una mayor predisposición a trastornos relacionados con el estrés.

4. Herencia epigenética: la impresión traumática heredada puede alterar la expresión genética a través de cambios epigenéticos, que son modificaciones químicas en el ADN que pueden afectar a cómo se expresan los genes. Estos cambios podrían influir en cómo los descendientes responden al estrés, y los puede predisponer a reacciones más intensas o desreguladas.

5. Problemas de salud mental: los descendientes directos de estas personas que han sufrido traumas profundos pueden experimentar ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión y otras alteraciones psicológicas.

6. Alteraciones en la salud física y enfermedades psicosomáticas: las alteraciones en el sistema nervioso autónomo de los descendientes pueden generar problemas en el sistema digestivo o en el sistema cardiovascular, entre otros.

7. Dificultades en las relaciones: pueden darse dificultades a nivel relacional en los descendientes, relacionadas con el apego inseguro, la confianza y dificultades en la intimidad.

8. Patrones de conducta disfuncionales: se pueden repetir patrones de conducta como conductas violentas, abuso de sustancias…

Cómo superar el trauma heredado

Según asegura Beatriz Galván, superar el trauma que viene de otras generaciones es un proceso complejo que requiere tiempo, autoconocimiento y, en muchos casos, el apoyo de psicoterapeutas especialistas en trauma. «Cada persona y cada familia son únicas, por lo que es importante encontrar las estrategias que mejor se adapten a cada caso», asegura la experta. Estas son algunas claves para afrontarlo:

1. Comprensión: el individuo está más habituado a entender cómo le afectan las cosas que vive en primera persona, pero conocer cómo el trauma puede afectar a través de las generaciones puede ayudar a identificar patrones de respuesta emocional y conductual en tu propia vida y en las dinámicas familiares.

2. Psicoterapia: a veces es clave buscar apoyo psicológico especializado en trauma que proporciona un espacio seguro para explorar y procesar el trauma y sus efectos.

3. Autocuidado: cuidarte mediante la práctica de ejercicio físico, meditación, la alimentación saludable y el descanso puede ayudar a manejar el estrés y la ansiedad que surgen del trauma.

4. Narración de historias: escribir o contar la historia familiar puede poner en perspectiva el trauma y permitir el procesamiento de las emociones asociadas.

5. Educación emocional: aprender sobre las emociones y cómo gestionarlas puede ayudar a superar el trauma y sus efectos.

6. Compartir con la familia: «Abordar las historias familiares juntos puede ayudar a romper ciclos de dolor y malestar», asegura la experta. Por ello aconseja hablar y compartir la experiencia y cómo te sientes con miembros de la familia con quienes sientas que puedes conectar.

7. Fomentar la resiliencia: trabajar habilidades de afrontamiento y resiliencia, como aprender a manejar emociones difíciles, buscar significado a las experiencias o desarrollar un sentido de comunidad.

8. Rituales: otra herramienta muy útil, según Beatriz Galván, es crear algún ritual conmemorativo que aborde el trauma y honre a quienes lo han sufrido como una manera de procesar y sanar.

9. Apoyo en la comunidad: buscar grupos de apoyo o redes en la comunidad donde se puedan compartir experiencias similares puede ser útil para sentirse acompañado en el proceso.