
Shoshin consiste en aplicar la mente de principiante a tu día a día. / Foto: Gucci.
Relaciones
Qué es el shoshin, el secreto japonés de la felicidad para hacer que tu relación dure más tiempo
El término proviene del budismo zen y consiste en ver el mundo como si fueses un niño, es decir, tienes que dejarte sorprender por los actos más cotidianos.
Por Sara Flamenco
14 DE MAYO DE 2024 / 13:00
Pensar en la felicidad es transportarte irremediablemente a los países nórdicos, que lideran el ranking según el Informe Mundial sobre la Felicidad 2024, auspiciado por la ONU. Pero lo cierto es que si hay un país en el que su filosofía de calma y autoconocimiento te puede llevar a un estado de bienestar. Ese es Japón, también uno de los países más longevos del mundo. Ellos basan la felicidad en la simplicidad y la sencillez como medio de alcanzar la calma, términos muy importantes del budismo zen.
Y dentro de la filosofía, uno de los términos que más ponen en práctica en su vida diaria es el shoshin, o lo que es lo mismo, aplicar a tu día a día lo que llaman la mente de principiante. El mindfulness se ha apropiado de este concepto, que consiste en observar la realidad sin expectativas ni juicios, como si fueses un niño, lo que te hace vivir el presente como un momento único. Algo que te hace disfrutar (y mucho) del tiempo con tu pareja, lo que hace que dure más y mejor.
Qué es el shoshin
Shoshin significa, literalmente, mente principiante, y se trata de observar el mundo como si nunca lo hubieses visto antes. Este término proviene del budismo zen y fue establecido por el monje Shunryu Suzuki, pero ha sido el autor James Clear, en su libro Atomic Habits, quien lo ha puesto de moda en la actualidad.


Consiste en dejar de lado los prejuicios que hacen que tengas una idea preconcebida de cómo deben ser las cosas con el fin de estar abierto a aprender y considerar las diferentes posibilidades de las cuestiones para alcanzar la felicidad.
No es tan fácil. Algo que los niños hacen de manera innata se torna más complicado a medida que los individuos crecen y acumulan conocimientos y experiencias. Se desecha automáticamente aquella información que no concuerda con la idea que se tiene de las cosas, y se cede ante aquel enfoque que confirma la posición que se tiene frente a algo.
Gracias a esta práctica, se conserva el asombro ante lo conocido, de tal forma que el miedo a la incertidumbre desaparece. Esto te hace alcanzar la calma y, con ella, el bienestar.
Cómo incorporar el shoshin en el día a día
La idea del shoshin es reencontrarte con el niño interior, una frase tan manida como difícil de ejecutar. Pero que sea difícil no significa que sea imposible, y existen ciertos hábitos que pueden ayudarte a ver la realidad con la frescura, confianza y alegría de un niño.
James Clear propone una lista de cosas que puedes incorporar a tu vida para cambiar tu mentalidad y tomar el camino que te lleve a la felicidad gracias al shoshin y es que, según afirma en su libro, «en la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la del experto hay pocas»:
- No busques la productividad en todo: esta sociedad capitalista de consumo enseña a ser productivos en todo lo que hacemos. Incluso los hechos más triviales, como una conversación con alguien que no conoces, debe aportar un valor que te conduzca a ser mejor. Esta presión constante hace que no disfrutes simplemente del valor de una charla, sorprenderte por lo que la otra persona te cuenta y quizá aprender, sí, pero por el mero hecho de saber más, no para aplicarlo a un bien mayor.
- No quieras ganar todas las discusiones: tener siempre la última palabra no siempre es bueno. Las discusiones no siempre tienen que ser una pelea en la que exista un vencedor y un perdedor, sino un intercambio de opiniones y argumentos que pueden ayudarte a abrir tu mente. Practicar la escucha activa y estar dispuesto a cambiar de opinión si los argumentos de la otra persona te resultan lo suficientemente sólidos, puede ayudarte a crecer como persona.
- No tengas miedo a preguntar: no siempre es necesario hablar si no tienes nada que decir. A veces, una buena pregunta puede ayudarte a saber algo sobre un tema desconocido para ti, abriéndote puertas a un terreno desconocido que te sorprenda. Este tipo de actos genera ilusión por aprender cosas nuevas, como si fueses un niño.
- Asume que no puedes saberlo todo: Sócrates, filósofo de la Grecia Clásica, popularizó la frase Sólo sé que no sé nada, pero hoy en día son pocos los que se atreven a ponerla en práctica. El miedo a mostrar tu ignorancia hacia un tema en concreto puede hacer que no te abras a aprender de otras personas.
- No intentes evangelizar: sentir la necesidad de dar respuesta a todas las cuestiones que se plantean, es algo muy común en esta sociedad. A veces no es necesario tener la respuesta y puede que tú no seas la persona más adecuada para darla. Aprender a callar y escuchar a los demás puede dar la oportunidad a otra persona de expresar su conocimiento y a ti de incorporarlo a tu propio saber.
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