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La osteoporosis es la responsable de la rotura de huesos en la menopausia./ Imagen: And Just Like That.
SALUD HORMONAL
No duele. Ni tiene síntomas. La pérdida de densidad ósea, que afecta al 25% de las mujeres mayores de 50 años, sólo se ve venir cuando hay una fractura. Así puedes prevenirla.
16 de noviembre de 2023 / 14:23
Una fractura de hueso puede parecer algo anecdótico. Muchos pasaron por ella en la infancia o en la adolescencia y apenas recuerdan el incordio de llevar una férula o una escayola durante un par de semanas. Pero, lo cierto, es que la salud ósea es parte fundamental de nuestro día a día. Romperse un hueso, especialmente a partir de los 50 años, supone una inmensa carga personal (y social) que podría verse reducida si se pudiera reducir el impacto de la osteoporosis.
Esta enfermedad, que se caracteriza por una disminución de la densidad de los huesos a causa de la pérdida de tejido óseo normal, afecta de forma especial a las mujeres que ya han pasado la menopausia.
Según el último informe de la Fundación Internacional de Osteoporosis, un total de 2.945.000 españoles la padecen. De ellos, 2,3 millones son mujeres. En cuanto a la prevalencia por edad, afecta a aproximadamente el 25% de las mayores de 50 años y hasta al 52% de las que han cumplido los 70.
Del mismo modo que la atrofia urovaginal, los cambios en el metabolismo o la falta de hidratación de las mucosas, la osteoporosis está estrechamente relacionada con la pérdida de estrógenos, reguladores del ritmo del recambio óseo. «Esta situación hace que los osteoclastos (un tipo de células) aumenten su actividad y se dediquen a destruir hueso. A su vez, otras células, los osteoblastos, trabajan a un nivel más bajo. La suma de ambas cosas provoca que el hueso se haga cada vez más frágil. Y, en definitiva, haya menos masa ósea», explica la doctora María Fasero, de la Unidad de Menopausia Saludable del Hospital Sanitas La Zarzuela (Madrid).
Aunque existen diferentes estimaciones de cuánta masa ósea se pierde en la menopausia, lo habitual es calcular que en los primeros años cae entre un 2 y 3% al año. Posteriormente, va más lento, a un ritmo del 1% anual. Algunas mujeres llegan a perder casi el 40% de ese tejido entre los 40 y los 70 años. Sin embargo, la ginecóloga insiste en que «se necesita mucho tiempo en posmenopausia para que una mujer sana desarrolle osteoporosis».
Como su propio nombre indica, osteoporosis significa «hueso poroso«. Como apunta Óscar Abarquero, director médico Theramex España, «esta pérdida de masa ósea conlleva una menor resistencia del hueso frente a golpes o caídas, lo que se traduce en un aumento del riesgo de fractura«. La cadera, muñeca y la columna vertebral, las zonas más frágiles durante la menopausia, son las localizaciones más típicas.
La Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas (FHOEMO) señala que en España se producen cada año alrededor de 330.000 fracturas provocadas, precisamente, por fragilidad. Es decir, una cada dos minutos. Una cifra que aumentará un 30% en los próximos 15 años, según la Sociedad Española de Investigación Ósea y Metabolismo Mineral. «De hecho, la osteoporosis va a ser una de las enfermedades que más impacto social y económico tendrá en los próximos años», apunta la doctora Fasero.
El social está claro. Las fracturas óseas, especialmente a partir de cierta edad, se traducen en una pérdida de independencia y movilidad. Así como en bajas médicas prolongadas, meses de rehabilitación, reducción de la actividad física… Un impacto que supone un gasto sanitario de 4.300 millones de euros anuales, tal y como estima la Fundación Internacional de Osteoporosis. Pese a todo, según esta misma organización y su reciente estudio Capture the Fracture, más de 1,1 millones de españolas con alto riesgo de fractura siguen sin ser tratadas por osteoporosis.
El hecho de que no presente síntomas ni duela (no hay que confundirla con artrosis) es el principal hándicap. «Estamos ante una afección bastante silente. De modo que disminuye la masa ósea hasta que se produce la primera fractura. Esto conlleva que muchas veces la prevención primaria de estas fracturas sea un reto. Si no existen factores de riesgo claros, o no se han identificado, la persona experimentará alguna o varias roturas hasta llegar al diagnóstico y tratamiento», aclara Óscar Abarquero.
Con respecto a identificar la osteoporosis, sólo es posible a través de pruebas que permitan determinar la densidad mineral ósea, como la densitometría, que no se suele recomendar hasta pasados los 60.
Además de haber entrado en menopausia, existen otros factores relacionados con la aparición de esta enfermedad. Sólo por ser mujer se tienen más papeletas. «Nosotras alcanzamos un pico de masa ósea menor al de los hombres. Por tanto, disponemos de menos cantidad para gastar a lo largo de nuestra vida», apunta la ginecóloga.
Un bajo peso corporal, el tabaquismo y el sedentarismo también incrementan el riesgo. Así como la menopausia precoz, la diabetes, algunas enfermedades hepáticas y los problemas digestivos, que predisponen a padecerla.
Una vez diagnosticada, existen diversos tratamientos. «Por un lado, los que ayudan a frenar la pérdida de masa ósea (antiresortivos). Por otro, los osteoformadores, que contribuyen a formar hueso», detalla la doctora María Fasero. Y añade que «siempre deben ir acompañados de un suplemento de vitamina D«. Además, la experta recuerda que la terapia hormonal durante la menopausia contribuye a frenar la pérdida acelerada de masa ósea típica de esta etapa.
Dado que en la mayoría de las ocasiones su diagnóstico es complejo, la prevención se convierte en un gran arma. Lo ideal, como en casi todo lo relacionado con la salud, es cuidarse desde joven. En este caso, con más sentido. «Ya que nuestra mochila de hueso la cargamos solamente hasta los 25 años, y a partir de ahí ya empezamos a gastar», aclara Fasero.
Los hábitos de vida saludables (dieta, peso adecuado, ejercicio, no fumar…) son fundamentales. Así como la ingesta de calcio y vitamina D. De hecho, esta última se debe suplementar especialmente durante la menopausia si no se llega a los niveles adecuados.
La actividad física tampoco puede faltar, sobre todo desde la perimenopausia en adelante. Aunque no vale cualquiera. «Existe evidencia de que el ejercicio físico que supone carga sobre el esqueleto tiene un efecto positivo en la prevención de caídas y en la reducción del riesgo de fractura», señala el director médico de Theramex.
Hasta ahora, el entrenamiento de fuerza se veía como el más adecuado. Se recomienda sobre todo practicarlo con peso libre (mancuernas, pesas rusas, barras…) y con intensidades potentes. Además, en los últimos años se ha comprobado la acción positiva de los ejercicios de impacto, como saltar o correr. Aunque, en cualquier caso, lo más recomendable es recurrir a expertos para que diseñen un programa adecuado.
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