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La memoria prospectiva es la que nos permite recordar cosas planeadas para un momento futuro. FOTO: Instagram/ ©annasofieevendorf.
Salud mental
Es una de las versiones más endiabladas de la frágil memoria: la que nos recuerda acciones planificadas para un momento futuro. Así puedes entrenarla para no olvidarte de recordar.
Por Carol López
11 de septiembre de 2024 / 07:54
Pasado mañana es el cumpleaños de un amigo. El dato te llega de repente a la cabeza, como una de esas notificaciones que inundan constantemente la pantalla del móvil. La buena noticia es que este año sí te has acordado de la fecha. La no tan buena, que no puedes felicitarle hasta que llegue el día, y aún faltan 48 horas… ¿Te acordarás?
Más allá de alarmas, notas adhesivas en la puerta de la nevera (¿alguien sigue haciendo esto?), apps que alertan de todo tipo de citas o subirte al carro de ese otro amigo que tiene tan buena memoria y, un año más, abre la ronda de felicitaciones en el grupo de Whatssap, la memoria prospectiva o capacidad de recordar algo planificado para un momento futuro es una habilidad que se puede –y se debe– entrenar.
Este tipo de pensamientos implican dos acciones que tienen que mantenerse coordinadas en nuestro cerebro: una prospectiva o de futuro y otra retrospectiva o de pasado. La primera de ellas es la que nos permite recordar el momento en que tenemos que hacer algo (acordarme de algo pasado mañana); la segunda, la que hace posible que recordemos exactamente qué es lo que tenemos que hacer (felicitar a mi amigo).
«Los recuerdos que suelen ser más difíciles de retener de forma prospectiva, a futuro, son sobre todo citas ocasionales, cumpleaños, alguna cosa poco frecuente en tu lista de la compra cuando vas al supermercado…», dice la psicóloga y neuropsicología clínica Amparo Iznaola. «Y hay una muy habitual que, aunque parezca una broma, ocurre constantemente: llamar a mamá, a tu pareja, a un amigo…», añade.
La repetición es una ventaja que juega siempre a favor de la memoria prospectiva. Hacer algo de forma rutinaria todos los días o todas las semanas «ayuda a que el aprendizaje sea más sólido y a que nuestro cerebro interiorice el pensamiento y su recuerdo surja de forma espontánea, automática», explica Iznaola. «Es como cuando aprendemos las tablas de multiplicar a base de repetirlas una y otra vez. La repetición ayuda a incorporar una información a la memoria a largo plazo y asegura mayor facilidad de recordar esa información cuando la necesitemos», dice.
En el caso del día a día, la repetición se aplica a gestos sencillos como acordarnos de apagar las luces al de salir de una habitación, de comprar el pan antes de subir a casa, de lavarnos los dientes antes de acostarnos o de llamar a mamá todos los domingos por la tarde. Todo ello son ejemplos de memoria prospectiva. El problema es cuando se trata de acciones ocasionales: llevar al niño al médico, pasar a recoger un paquete por la oficina de correos, comprar tabasco cuando vamos al súper o felicitar a ese amigo que cumple años tan sólo una vez cada 365 días.
«En investigaciones sobre el envejecimiento cognitivo se ha demostrado un declive en el rendimiento de la memoria que comienza en edad adulta más o menos temprana. Asimismo en mujeres perimenopaúsicas o menopaúsicas también se ve un empeoramiento de la memoria («¿A qué he venido a la cocina?»…)», explica la experta. A ello hay que sumar el hecho de que conforme nos vamos haciendo mayores disminuyen además la capacidad para nuevos aprendizajes y la capacidad de atención.
No obstante, hay personas que tienen más capacidad que otras para recordar las cosas a futuro, y esto es gracias a varios factores. «Los genes y el estilo de vida dieta saludable, ejercicio físico, no fumar influyen», asegura la doctora Amparo Iznaola. «Pero también que su manera de pensar es diferente y consiguen asociar un recuerdo a esquemas mentales de su cerebro y almacenarlo de forma que en el futuro pueden recuperarlo de su memoria».
«Lo que siempre les digo a mis pacientes que tienen problemas de memoria es que el cerebro es un músculo más de su cuerpo y que si no se ejercita se atrofia. Hoy en día las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial van a provocar que nuestro cerebro sea cada vez más vago», lamenta. La clave para ejercitar la memoria prospectiva son los ejercicios de repetición (repetir aquello que quieres retener muchas veces) y de asociación (utilizando la memoria visual que nos permite asociar un estímulo nuevo a un recuerdo ya retenido para que el nuevo se beneficie del antiguo).
Un ejercicio muy eficaz es crear una alarma en el móvil, pero sin asunto. Así, cuando suene sabremos que tenemos que acordarnos de algo, aunque la alarma no indique exactamente de qué. Nuestro ejercicio es entrenar la memoria para recordar precisamente el asunto en cuestión. Poco a poco esta aptitud será cada vez más ágil y automática. Mientras tanto, siempre nos queda la opción de crear una nueva alarma con asunto en el móvil.
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